Una sanidad pública que no cuida a quienes cuidan
Mi mujer está embarazada de casi 30 semanas. Es enfermera de atención primaria en el sistema público asturiano. Su día a día consiste en cargar maletines de varios kilos, recorrer a pie barrios para visitar a pacientes en sus casas, agacharse o arrodillarse para hacer curas a personas encamadas, manipular instrumental que conlleva riesgos físicos y biológicos, y recibir en consulta a pacientes enfermos, con las posibilidades de contagio que eso implica. Es decir, un trabajo esencial... pero físicamente exigente y con una evidente carga de riesgo, aún más cuando se está embarazada.
Hace unas semanas, comenzó a sufrir una lumbalgia con irradiación a la pierna. El dolor era limitante. Su médico le concedió la baja. Pero el Sespa, en una de esas decisiones que parecen pensadas desde otro planeta, ha considerado que debe reincorporarse al trabajo hasta que, en unas pocas semanas, le entre la baja por riesgo gestacional. El sistema asturiano le exige a una trabajadora embarazada, con dolor y riesgo físico, que vuelva al tajo "por unos días". Porque el procedimiento manda. Porque la burocracia pesa más que el bienestar. Más que el embarazo. Más que el sentido común.
Esta decisión no es un caso aislado: es el reflejo de una forma de hacer las cosas que está profundamente desconectada de la realidad de quienes sostienen la sanidad asturiana con su trabajo. El Sespa parece más preocupado por cubrir el expediente que por cuidar a su personal. Y si ese personal es mujer, y además embarazada, la comprensión desaparece del todo.
Curiosamente, quienes firman este tipo de decisiones -cómodamente sentados en sus despachos- no suelen saber lo que es cargar con una vida dentro mientras se atiende a otras. Tampoco parecen tener prisa por entenderlo.
Asturias presume de ser tierra que cuida, tierra que acoge, tierra que defiende lo público. Pero mientras sus profesionales sanitarias embarazadas sean tratadas con esta frialdad, mientras el Gobierno del Principado permita que se cuestione su derecho a una baja médica justificada, todo eso suena a eslogan vacío.
Después nos echamos las manos a la cabeza por la baja natalidad. ¿Pero cómo vamos a fomentar que se tengan hijos si ni siquiera se protege con dignidad a quienes los gestan?
Asturias necesita menos propaganda y más compromiso real con el cuidado. Empezando por dentro: por quienes sostienen su sistema sanitario. Porque si ni el SESPA cuida, ¿quién va a hacerlo?
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