Un mélicu y un boticariu exemplares
El mal qu'en 1918 mató mucha xente en tolos continentes del mundiu llamóse, juera d'España, gripe española porque equí, como no tábamos na Guerra Grande, no bía censura y los pedióricos enteraban d'elli. Un suponer d'ello é esta razón (sacada nel semanariu El Oriente de Asturias, na primera páxina del 30 de noviembre de 1918) sobre cómo joi l'asuntu en Nueva (Llanes) y el so valle:
Después de la epidemia. No ha sido en este Valle tan mortífera como en otras comarcas, pues las defunciones no pasan de veintitrés, cifra exigua teniendo en cuenta la extensión de esta parte del concejo y el número de atacados (más de setecientos). Sin duda han influido en la relativa benignidad de la gripe las excelentes condiciones climatológicas y el no haber aquí tanto descuido en la higiene pública como en otros pueblos.
Conviene advertir, no obstante, que aún deja bastante que desear dicha higiene y bueno será que de esas deficiencias tomen nota las autoridades, haciendo que desaparezcan, entre otros focos de infección, las pozas y pilas de abonos que se toleran en plena vía pública.
Esta es la ocasión de hacer una buena campaña en tal sentido, pues el recuerdo de los recientes daños y el temor de que se reproduzca el mal, toda vez que no ha desaparecido por completo el peligro, harán que todos vean con aplauso las enérgicas medidas que se adopten.
Ya que trato de este tema, justo es recoger la opinión unánime de estos pueblos agradecidos en favor de la conducta observada por el Médico don Juan Duyos, conducta que puede calificarse de heroica. Sí; el dignísimo Médico de Nueva merece ocupar un puesto de honor al lado de sus abnegados compañeros que en innumerables poblaciones de España dieron altos ejemplos en el cumplimiento de su deber.
Sentiría mucho herir la modestia del señor Duyos, pero hay hechos que no pueden quedar ocultos sin que el noticiero deje incumplida su obligación. Nuestro facultativo ha tenido que recorrer grandes distancias, de día y de noche, sin tiempo para descansar ni apenas para comer, y siempre con gran solicitud, con inagotable paciencia; sufrido, ecuánime, afectuoso.. Ya que oficialmente no obtenga, acaso, el premio de sus sacrificios, sírvanle, al menos, de recompensa estas líneas que expresan la gratitud general.
Un aplauso, también, al farmacéutico, quien desempeñó rectamente su importante misión y hubo que soportar para ello un exceso agobiador de trabajo.
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