Desgobierno total
La intervención de Pedro Sánchez Pérez en el Congreso este miércoles para explicar y combatir los escándalos de corrupción que enfangan al PSOE, al Gobierno y a su familia resultó, para lo que suele ser habitual, relativamente breve, lo que demuestra que más allá de un puñado de propuestas recicladas y sus habituales ataques a la «extrema derecha», no tiene demasiada munición argumental. Ha hecho de la mentira su forma de gobernar. Y la poca munición que tiene resultó estrafalaria, porque si su plan contra la corrupción consiste en apoyarse en informes de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y en la inteligencia artificial como instrumento, habrá que convenir que lo suyo es un insulto a la inteligencia humana.
¿Qué pintan la OCDE y la IA en el mayor escándalo de corrupción de un Gobierno socialista?, se preguntarán ustedes. Pues nada, en efecto, pero es que cuando la corrupción te deja sin relato, todo lo que puede salir de la boca de Sánchez es eso: una retahíla de banalidades y la correspondiente ración de mentiras. Es así como Sánchez pretende escurrir el bulto.
Cuenta, eso sí, con una ayuda inestimable: la de sus socios y aliados, cuya tolerancia con la corrupción socialista ya es en sí misma una forma de corrupción. Yolanda Díez parecía su escudera más que la responsable de un partido que, aunque en descomposición, aún tiene unos pocos de acólitos. En realidad, una vez garantizado por ahora el apoyo de quienes le llevaron a la Moncloa, Pedro Sánchez Pérez se limitó a cubrir el expediente invocando la corrupción del PP e impostando una falsa firmeza que resultó un supino ejercicio de hipocresía.
Por fortuna, emergió el más contundente Feijóo que se recuerda para ponerle delante del espejo, porque el presidente del PP desnudó, una tras otra, las mentiras del presidente en una intervención que la izquierda criticó por su crudeza, lo que constituye la prueba de que el jefe del primer partido de la oposición acertó de pleno. Otra cosa es si el gallego se cree su dureza y la llevará a cabo si alcanza el poder. Santiago Abascal, in pelos en la lengua, como siempre, puso a Sánchez en su sitio una vez más. Armengol tuvo que salir en defensa de Sánchez Pérez. Le debe el puesto. Conclusión: un presidente que ya no gobierna -solo le interesa seguir en la Moncloa-, un líder de la oposición duro, pero poco creíble, y un partido, Vox, que es posible que esta semana haya ganado medio millón de nuevos votantes.
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