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Barbón contra los puteros

13 de Julio del 2025 - Jesús Rodríguez Sendarrubias (Langreo)

En Asturias también se dan casos de impostura con galones, de mediocridad con faja institucional. Adrián Barbón, presidente del Principado y retórico de saldo, ha vuelto a ponerse el traje de inquisidor moral para lanzarse, una vez más, contra los "puteros". Ya ni disimulan. La estrategia del socialismo oxidado es clara: fabricar enemigos ficticios, agitar una superioridad moral prefabricada y, con eso, tapar la pestilencia de sus cloacas. Mientras se multiplican los casos de corrupción en el PSOE, desde Koldo hasta el suegro de Pedro Sánchez, pasando por las adjudicaciones a dedo y las fundaciones a nombre de familiares, aquí el señor Barbón decide que la verdadera amenaza no son los saqueadores de lo público, sino los hombres que pagan por sexo. Así está el nivel.

No se puede ser más cínico. Quien quiera revisar el discurso de Barbón verá a un hombre que, mientras se le viene encima el descrédito nacional de su partido, se levanta tras una baja médica con el brío suficiente como para criminalizar, otra vez, a los mismos de siempre. ¿Y quiénes son esos "puteros" que tanto le enfurecen? Hombres adultos, en su mayoría obreros o autónomos, que acuden de forma libre a servicios sexuales pactados entre adultos. Eso, según Barbón, es un escándalo moral, una depravación digna de persecución pública. No así el saqueo de contratos, los sobrecostes indecentes de la obra pública, la compra de votos o las fundaciones trufadas de familiares. Eso, si acaso, le genera una mueca de preocupación. Pero el cabreo lo guarda para los clientes de prostitutas.

Y lo peor es que lo dice sin rubor. Se presenta como presidente de un Gobierno feminista, no porque haya hecho nada para mejorar la vida de las mujeres en Asturias, sino porque le sirve como coartada moral para sus cruzadas. En la región con una de las tasas más altas de envejecimiento, de despoblación rural, de paro juvenil y de precariedad laboral, Barbón sale a la palestra a hablar de "puteros". Es tan grotesco como si, ante una ola de incendios, el presidente de turno saliese a pedir mano dura contra los que fuman en la terraza de un bar.

Barbón sabe perfectamente que no hay delito en pagar por sexo entre adultos. Lo sabe porque su partido se ha beneficiado durante años de entornos donde eso era práctica común. Lo sabe porque no hay un solo dato que avale su histeria: ni la trata se persigue así, ni la libertad sexual se protege con inquisiciones. Pero sabe también que agitar el espantajo del "puterismo" le da clics, titulares, la simpatía superficial de ciertas asociaciones abolicionistas subvencionadas que viven de fingir una guerra donde no la hay.

El presidente del Principado, que debería estar preocupado por los miles de jóvenes que se marchan de la región por falta de oportunidades, prefiere enfilar el discurso hacia una moralidad punitiva de baratillo. El mismo que aplaude sin rubor los pactos con corruptos de su partido quiere ver en la actividad sexual consentida un delito de lesa humanidad. Y mientras tanto, el paro sigue, la industria se desangra, las listas de espera en la sanidad pública se alargan y los pueblos se vacían. Pero Barbón, feminista de PowerPoint, cree que la solución es perseguir a los que pagan por una felación.

Señor Barbón: la verdadera corrupción no está entre los puteros, sino entre los cargos de su partido que se enriquecen con contratos públicos. La verdadera explotación no es la que usted imagina en la noche de Oviedo, sino la que sufren miles de trabajadores asturianos condenados a la precariedad mientras su Gobierno reparte cargos y subvenciones entre amiguetes.

En vez de criminalizar a quienes practican sexo pagado de forma libre, ¿por qué no persigue usted a los que han utilizado las instituciones para financiarse campañas con dinero turbio? ¿Por qué no investiga las tramas de corrupción que, día tras día, siguen estallando en su partido? Porque claro, eso no da titulares fáciles. Eso incomoda a los compañeros de partido. Eso le costaría el puesto.

Pero claro, llamar "puteros" a los trabajadores, eso sale gratis.

Y además, le permite seguir disfrazando su inacción de convicción. Porque eso es lo suyo, señor Barbón: una convicción hueca, un feminismo de escaparate y una política que ha convertido la moralina en cortina de humo para no hablar de lo esencial: Asturias se muere, pero usted sigue de mitin.

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