Otro 18 de Julio
Todos, o casi todos, sabemos en qué bando de la Guerra Civil estuvieron nuestros padres y abuelos. Pero ¿cuántos sabemos en qué bando de las guerras carlistas militaron nuestros bisabuelos y tatarabuelos? Muy pocos, entre otros motivos porque a nuestros padres y abuelos los hemos conocido y hemos hablado con ellos, mientras que casi nadie llega a conocer a sus bisabuelos y tatarabuelos. Por eso sus hechos nos resultan lejanos y ajenos. Normal.
Los jóvenes españoles de hoy engrosan las menguadas filas de la cuarta generación -menguadas porque tras el baby boom y los treinta gloriosos llegaron la píldora, el aborto y la dolce vita-, esa generación a la que la Guerra Civil le queda ya muy lejos. Y entre esa lejanía y la ignorancia sembrada en las aulas progresistas, aquel enfrentamiento bélico estaba dejando de tener utilidad para la política actual. Por eso la izquierda, con la inestimable ayuda de la derechita cobarde, se apresuró a promulgar las leyes de memoria democrática, histórica o histérica, para reavivar las brasas apagadas con el fin de extraer de ellas suculentos réditos electorales: no hay disparate, no hay desguace de la nación, no hay atentado contra el Estado de derecho, no hay desprecio a los españoles, no hay corrupción, no hay robos, no hay puterío, no hay delitos que puedan anular el frenesí cainita de que Pedro Sánchez Pérez haya sacado al Caudillo del Valle de los Caídos. Por eso la fidelidad del votante socialista es religiosa y por eso nos encontramos con la aparente paradoja de que los jóvenes izquierdistas de hoy, nacidos muchos años después de la muerte del General, son más ardientemente antifranquistas que sus padres y abuelos.
La lamentable consecuencia del reavivamiento del odio es que la Guerra Civil sigue sin ser mera historia; su peso político, interesadamente aumentado, es todavía demasiado grande. El millar de asesinados por ETA, sin embargo, son historia y deben ser olvidados. Y quien los recuerde a ellos y a sus consecuencias políticas actuales es un rencoroso agitador de odio. Por cierto, hay más muertos en la mochila del PSOE que en la de EH Bildu, pero eso no interesa recordarlo.
Ahora tenemos que pedir perdón por todo: por la esclavitud aunque los europeos-blancos-cristianos no fuesen ni sus inventores ni sus únicos cultivadores pero sí sus abolidores, por la evangelización aunque implicase la terminación de los sacrificios humanos, por la colonización aunque implicase el progreso y la prohibición del canibalismo, por haber producido la inmensa mayoría del arte, la cultura, el derecho y la ciencia, etc. Y ahora tenemos que derribar las estatuas y borrar de los libros una infinidad de figuras que construyeron la historia a golpe de genio y voluntad. Volemos la Santa Santa Cruz del Valle de los Caídos. Fijo que los obispos callan como puertas. Eso no les da dinerito.
La España de 2025, un PSOE y una derechita hasta las cejas de corrupción, la gente echándose a la calle por culpa de una falta de seguridad en nuestras calles, colas para recoger alimentos en las sedes de beneficencia, los jóvenes en casa de sus padres viendo la vida pasar, contratos de mierda, usura en los bancos, falta de ética y de moral. Medios de comunicación al servicio del mejor postor.
Y Franco no es más que el último eslabón de la cadena.
18 de Julio de 2025. Mi recuerdo y gratitud para quienes sacrificaron su vida por una España que se vuelve a desangrar.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

