Asturias no es moneda de cambio: ni Barbón ni el PSOE están a la altura
Mientras PSOE y PP se enzarzan en sus habituales peleas partidistas, incapaces siquiera de firmar un texto común para defender a Asturias frente al chantaje fiscal de Cataluña, los asturianos seguimos viendo cómo nos dejan tirados. Lo del pacto fiscal catalán no es un debate técnico: es un atentado directo contra la igualdad entre comunidades. Y lo que está en juego es muy serio. Pero aquí, ni Barbón ni los suyos parecen enterarse. O peor aún, lo saben y no les importa.
Adrián Barbón, siempre obediente a la voz de su amo en Madrid, prefiere morderse la lengua antes que levantar la voz contra Pedro Sánchez. Si le dieran a elegir entre defender a Asturias o quedar bien con Ferraz, ya sabemos qué escoge. Este hombre no está al servicio de los asturianos: es una sucursal del sanchismo en versión autonómica. No mueve un dedo sin permiso del jefe. No vale ni para presidir una comunidad de vecinos, pero ahí lo tenemos, vestido de estadista, prometiendo transiciones ecológicas que nunca llegan y vendiendo humo mientras la región se vacía, envejece y empobrece.
Y que no venga ahora con discursos vacíos de solidaridad ni con promesas huecas: si de verdad le importara Asturias, plantaría cara al Gobierno central y exigiría un modelo fiscal justo para todos, sin privilegios ni tratos especiales. Pero no. Calla, traga y obedece.
¿Y el PP? Tampoco se salva. Porque aunque Queipo levante el dedo acusador con razón, a la hora de la verdad también juega su propio teatrillo. Saben perfectamente que podrían haber pactado con el PSOE un texto común para rechazar ese disparate fiscal catalán, pero prefieren la bronca, el titular y el tuit rápido. Asturias les importa lo justo: lo suficiente para desgastar al contrario, no para solucionar nada.
El resultado es que, mientras Cataluña sigue presionando y sacando tajada, aquí ni siquiera somos capaces de presentar una posición institucional firme. Una vergüenza. Y todo esto ocurre porque la política actual ha convertido la defensa del territorio en una batalla partidista, donde importa más el postureo que el fondo.
Asturias no puede seguir siendo el felpudo de nadie. No podemos aceptar una discriminación fiscal que perjudica directamente a nuestra comunidad. Lo que Cataluña gane con un modelo privilegiado, otros lo perderán. Y eso incluye a nuestra sanidad, nuestras infraestructuras, nuestras pensiones, y nuestro ya maltratado futuro industrial.
Si Barbón tuviera dignidad, dimitiría. Si el PSOE asturiano tuviera un mínimo de independencia, rompería con el seguidismo de Sánchez. Pero no. Todo son promesas que nunca se cumplen, palabras vacías, propaganda sin sustancia. Como la famosa inversión en transición ecológica. ¿La vieron? Yo tampoco.
Asturias no necesita más discursos, necesita hechos. Y los hechos son estos: nos están vendiendo. Y lo peor de todo, es que lo saben.
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