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La ceja, el manifiesto, las huestes de Sánchez

24 de Julio del 2025 - Jesús García Salazar (Oviedo)

Siempre puede haber un piso más abajo en la hipocresía social. Hay tañidos de campana que son para gozo y alegría, pero también hay sonidos que compungen el ánimo y el alma. Triste es el rasgueo de la campana de quienes tiran de la cuerda en el ya lejano páramo del gesto ciliar. Campanólogos que aún quieren demostrar, a sí mismos, que aquel gesto televisivo de un ZP muy venezolano es digno de continuar en manos de un ego patológico.

Mezclar sus firmas con personas indultadas por los ERE o que aún tienen penas por este mismo hecho es vergonzoso. Firmar junto con quienes utilizaron la puerta giratoria para disponer de sillón en el consejo de administración de las eléctricas es, cuando menos, deleznable. Firmar con quienes se dicen no independentistas, pero tampoco lo contrario, es sospechoso. Desconozco si con las 100 firmas han llegado al máximo de lo posible y espero que así sea. Si esto fuese el techo conseguido, es que hay personas que no se han prestado a la firma por ser cabales, disponer de suficiente capacidad de crítica conjugándolas con responsabilidad social e intelectual. Si 100 firmas son lo máximo para defender al yerno de la nuit, es una gran noticia. Quien no vea la deriva constitucional e institucional con la caída libre de la socialdemocracia en este país es que está ciego/a o tiene ayuno democrático. Firmar para consagrar el independentismo y nacionalismo a la destrucción de lo que aún es España demuestra que su arma es la desmemoria en la historia no tan lejana.

La segunda campana es el eco de un refugio ya finito. Es cierto que, cuando se cumplen años, las capacidades neuronales, y no neuronales, decaen y se es más vulnerable. Esta es la razón por la que se puede perdonar a quienes han estampado la firma estando en ese segmento vital. Preguntarles por qué rechazan evidencias y presunciones resultaría sacarles los colores. Es muy difícil entender que quienes están contra la Constitución, la prensa, los jueces, fiscales, magistrados y guardias civiles sean los demócratas. Sería un mundo al revés y me resulta chocante en personas que se creen libres. Estoy convencido de que quienes han firmado, a estas alturas, se sienten arrepentidos, y quienes sean sus admiradores/as les habrá supuesto perplejidad, indignación e incluso bochorno.

La tercera campana suena a fin de ciclo. Si quisiéramos desgranar personajes firmantes, resultaría muy ilustrativa la capacidad de hipocresía e incluso posibles y presuntos intereses que encierran sus trazos. Una persona puede resultar repulsiva aun reconociendo virtudes, pero me resulta difícil separar sus facetas vitales y profesionales, y eso es, exactamente, lo que me desata quien dijo irresponsablemente "un sábado a las 12 de la noche el PP estuvo a punto de dar un golpe de Estado". ¡Qué personaje! Este es un gesto, entre otros, que me obliga a no ver ni una sola de sus películas y rechazo abiertamente. Desarrollar otros/as firmas cuyo currículum laboral es haber nacido bajo el pan vitalicio de la política sería larguísimo y no es momento. La consecuencia a todo esto es la bagatela política de quienes están al frente del supuesto bien común. Pero me alegro de que aún haya libertad de expresión gracias a cuantos corrimos delante de los grises, con algún que otro toletazo, o defendimos posiciones ideológicas desde la izquierda. Pero, por la vertiginosa y peligrosa galerna política en las manos del "maquillado", veo un feo horizonte si no se renuevan personas y protagonistas. Escuchar, precisamente, un 22 de julio 2025 a don Pedro Sánchez allende los mares con esta frase: "Aseguro que las mujeres volverán a votar al Partido Socialista", si hacen esta referencia dirigentes en otros partidos, sonarían las alarmas en la izquierda plural y democrática como expresión machista, y lo comparto. Pero en boca de este, permítame la censura, "pájaro", entonces les resulta inteligente.

Al manifiesto solo le falta un suplemento acústico, en CD, con una canción del año 1966 resaltando las virtudes del dictador Francisco Franco, "un gran hombre". Una canción que casi se convierte en lema de la dictadura. ¡Lo que le faltaba! No cabe duda de que "el abuelo" tiene más ritmo, pero la letra de aquella canción puede trasladarse a quienes ocupaban el Peugeot, por las carreteras de España, mientras escuchaban en su dial favorito las palabras de la gasfitera.

Pudiera finalizar con las siete campanadas de Jorge de Burgos. Si lo hiciese, sería para comprobar el talán que anuncie el final de esta etapa negra en el Partido Sin Orden Establecido (PSOE) y para el fin en esta fea deriva de una España con más de 500 años de historia. ¡Qué mala suerte hemos tenido con este amantísimo esposo y este club de españoles/as en posesión de virtudes dianoéticas!

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