Oposiciones decentes
Este curso ha sido largo, y aún más teniendo en cuenta las famosas oposiciones de Secundaria. De lo que trata esta carta, además de ser un proceso difícil tanto para opositores como para tribunales. En mi caso, la cosa se complica, pues soy una persona con una enfermedad rara, retinopatía del prematuro, y que a día de hoy tengo un 21% de discapacidad. La enfermad no se nota por fuera, simplemente que no ves. Es más, en mi caso se agrava porque tengo el vítreo desprendido en un ojo, del que veo, tengo en ese mismo sellado de retina. Y del otro, del izquierdo, apenas tengo vista de contar con dedos. Además, padezco sordera leve. Como docente, la Consejería de Educación garantiza la inclusión del alumnado y de todas las personas en el sistema educativo.
Pues bien, tras esperar (y sigo esperando) a que el Imserso me otorgue un 33% de discapacidad, me enfrento al temido tribunal número 1 de Procesos de Gestión Administrativa, en los que en la fase de preguntas, lejos de ser empáticos y, por qué no decirlo, personas, se sobrepasaron de sus funciones con una persona que apenas llegó con una calidad digna de visión a la defensa, que no era capaz de ver su propio reloj, y a la cual la coaccionaron a admitir que un párrafo era incorrecto, o a decir que las estancias formativas no entraban en vigor en este curso (lo cual yo nada más salir lo consulté y eran los datos del tribunal incorrectos). Pero la cosa no acaba ahí, acaba cuando yo, sin ver, el miembro del tribunal giró mi programación didáctica de malas formas y me dijo: ah, que no ves. Te lo leo yo. De malas formas, menospreciando a una persona de un colectivo vulnerable. Posteriormente, en el circo educativo, otro miembro del tribunal comenzó a alzar la voz y a decirme: "Es la tercera vez que te hago la misma pregunta". O "es la segunda vez que te hago la pregunta". Por qué no respondes a una persona sorda.
Me parece lamentable, como docente, como persona y, sobre todo, porque, además del delito de odio que han cometido, permanecen impunes. Como unos semidioses en su altar. ¿Son estos los docentes que queremos para nuestros hijos?, ¿son estas las oposiciones decentes que nos merecemos? Piensen y reflexionen.
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