Frente al odio

25 de Julio del 2025 - Ismal Almanza Riesco (Pola de Siero)

Ansío el momento en que algún experto (si lo hubiere), preferiblemente el autor del invento, nos brinde una explicación cabal de lo que ha querido decir con la denominación "delito de odio", que a mí se me antoja, cuando menos, confusa. Entre tanto, permítaseme dar mi versión al respecto, dando por consabido que soy un inexperto en todo. Lo primero que tal expresión parece sugerir es que el odio es un delito en sí mismo, pero tal sugerencia debe ser automáticamente descartable, ya que tanto él como su contrario, el amor, son sentimientos humanos permanentemente presentes a lo largo de nuestra vida. ¿Buscaremos, entonces, la explicación en el objeto del odio, ya que, como cualquier otro sentimiento, siempre tiene un destinatario? Esta es, sin duda, una pista de aproximación al delito. El objeto puede ser muy variado: cosas (odio a las lentejas), plantas (odio a las ortigas), animales (odio a las moscas) o las personas. ¿Será este último el que nos dé la solución? Pues tampoco, aunque nos marque el terreno en el que se sitúa el delito. El odio a las personas en sí valdría como delito (pecado) para un determinado código moral como el católico ("quien desea a la mujer del prójimo ya pecó en su corazón"). ¿Dónde estará, pues, el delito que andamos buscando? No puede estar en otro sitio más que en la materialización del odio, en la violencia física o psicológica contra las personas odiadas. El odio de Israel hacia los palestinos, aun siendo inconmensurable, no sería delito si no fuera porque un salvaje de nuestra propia especie está perpetrando un genocidio, el culmen de todos los delitos de odio imaginables. Los informadores de los informativos, que a lo que se ve no saben cómo ni cuándo aplicar la denominación que venimos comentando, siguen llamando guerra a ese execrable genocidio.

La calificación "de odio", aparte de ser confusa particularmente para los informadores de los informativos, es absolutamente superflua, ya que, salvo los que confiesan "matar por amor", todos o casi todos los delitos contra las personas o contra sus bienes llevan el odio como componente capital. En grado menor, pero igualmente rechazable, es el odio materializado en las agresiones verbales y calumnias derivadas de la rivalidad política que podemos ver casi a diario en el seno del propio Congreso. Si mal no recuerdo, la referida invención apareció en las postrimerías de ETA precisamente para enfatizar la gravedad de sus delitos, sin reparar en que aquellos delitos eran igual de graves con odio que sin él. ETA desapareció, pero la gran invención sigue ahí en busca de nuevas aplicaciones.

Retomando el principio, el odio no es un delito; antes al contrario, en determinadas circunstancias es una virtud. En la actualidad se necesita ser muy desalmado para no odiar al Gobierno sionista de Israel, a su presidente y a su Ejército por la barbarie que están perpetrando en Palestina. No solo están masacrando al pueblo palestino de la manera más vil y cobarde, sino también el resto de dignidad que nos quedaba como especie humana, lo que nos cubre de vergüenza. No es normal que un genocida ande suelto y nadie lo detenga.

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