Pisando fuerte
Tan fuerte venía pisando Noelia que el andamiaje se desplomó bajo sus pies. Son cosas que suelen suceder cuando el armazón que sustenta tanta gloria académica, tanto espíritu de sacrificio, se revela inconsistente. Metáfora del deseo y la realidad, además de cruel sentencia de aquel aforismo que dice: "Los sabios buscan la sabiduría; los necios creen haberla encontrado". Pero, aun con estar sustentada la metáfora del fraude sobre hechos ideales, casi platónicos, seguramente guiados por la picaresca, el mundo físico donde Noelia desarrolló hasta el día de hoy su labor política y social refleja la crueldad de una sociedad elitista y exigente, donde el punto de partida marca definitivamente el futuro de las personas. En no pocos casos, al milagro de la vida se suma el azar de haber nacido en casa de alta cuna y cama con legado histórico, lo que privilegia el posterior desarrollo académico y profesional del individuo. Es cierto que la representatividad pública no exige currículum académico de ningún grado, pero no es menos cierto que los títulos fijan, brillan y dan esplendor al personaje público.
Donde se equivoca Noelia es en reproducir un mensaje al dictado que solo favorece al sujeto político que se lo dicta, a no ser que junto al discurso se haya acordado algún tipo de retribución en especie a futuro próximo, en cuyo caso, la equivocación adquiere dimensión de compraventa de favores, también llamado tráfico de influencias. No sería nuevo este intercambio de favores en la Comunidad de Madrid. A la luz del trueque del palmero, nace el chiringuito de la Oficina del Español con el que la señora Ayuso le pagó 75.000 favores públicos anuales a Toni Cantó. O el chiringuito que le montó Esperanza Aguirre a Santiago Abascal, Fundación para el Mecenazgo y el Patrimonio Social, que le costó al erario madrileño 252.818 favores. Y suma y sigue.
Tan claro habla Noelia que se le entiende todo, no recurre a ninguno de los recursos literarios al alcance de un bachiller, solo dice lo que le mandan y en el tono que le indican. Claro que tanto fervor indisimulado por dejar patente su apoyo incondicional a la causa, en un momento triste y angustioso para ella, hace sospechar que algo turbio se mueve entre bambalinas. El tiempo dirá qué es ello.
Donde ya no habla tan claro Noelia es cuando defiende su comportamiento nada edificante, sellado no solo por las exageraciones impresas en su currículum vitae, sino también en las grabaciones y entrevistas "ad hoc" con el propósito de destacar su extensa formación académica y que ella confirma con una rotundidad que hoy nos parece de una desfachatez que la invalida para cualquier cargo dentro de la Administración pública. Lo cierto es que se volvió loca, pero no estudiando, sino inflando hasta la desvergüenza una formación académica solo real en sus sueños inmoderados, lo que en psicología se refiere a un patrón de ensoñación excesiva. Como excesiva es la falta de argumento propio cuando intenta limpiar su imagen ya descompuesta a costa de envilecer una realidad que el discurso ultraconservador viene utilizando de forma recurrente para difamar al oponente político y comprar el afecto de esa parte de la sociedad que se le escapa hacia latitudes aún más extremas.
Finalmente, solo cabe desearle a Noelia un feliz viaje hacia donde quiera que dirija sus jóvenes pasos dentro del mundo laboral. Que la suerte te acompañe y, si tienes tiempo, recupera alguna de tus ensoñaciones y llévala a la esfera concreta de lo tangible. El tiempo es tu mayor tesoro, no lo malgastes.
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