Palabra y concepto
Siempre he defendido que el concepto está por encima de las palabras, que las palabras solo son un símbolo de él. Pero son las palabras quienes estructuran nuestro pensamiento, el cual usa tales símbolos para avanzar.
De joven, al leer novelas en francés, tropecé con una palabra que me desconcertaba: "allure". Busqué en el diccionario y resultó ser varias palabras: paso, marcha, porte, sesgo... Para mejor interpretación, el propio diccionario proponía un ejemplo con cada una de ellas. Con el tiempo encontré además: chic (elegancia) y aura (halo parasicológico).
"Allure" era un concepto único en francés, mientras que en español se requería la simbiosis de una diversidad de conceptos. Desde entonces admiré esa simbiosis de varios conceptos bajo una sola palabra. Conocí otra palabra simbiótica en el "ubuntu" de la cultura "xhosa": concepto resbaladizo de «ser en tanto los demás son». Concepto que, tras el horrible "apartheid", ha logrado unir a todas las tribus bajo una sola palabra: Sudáfrica.
En España no nos está ocurriendo igual: "tumultos raciales inducidos en Torre Pacheco"; "famosa autoamnistía concedida a rebeldes separatistas de una tribu que nos chantajea usando a nuestro presidente de Gobierno y haciéndolo por el interés particular de ellos y de él, pero no por el interés general de todas las personas"; "el pacto singular para la Hacienda catalana, vasca y navarra"; "el caso Montoro que avergüenza a todo el país"... Todo esto denota que España necesita la simbiosis de un concepto de igualdad mediante una sola palabra: España. Pero hay tribus que pretenden apropiarse de esa palabra para establecer su propio "apartheid". Entretanto, catalanes, vascos y navarros no quieren tener simbiosis alguna con la Hacienda pública común, algo que sería necesario para que exista la igualdad de todas las personas en lo que son bienes fundamentales: educación, sanidad e igualdad de participación en la vida económica, social, cívica y política. Para ello se debería requerir que el Estado facilitase una equitativa distribución de fondos por persona que llevase a la igualdad real de hecho de todas las personas a partir de su participación cívica en municipios y autonomías. Por eso esos fondos por persona deben ser suficientes para la necesidad y equitativos entre las personas de distinta tribu. Por el contrario, serán las tribus más ricas (sin renunciar a las inversiones que les faciliten producir más riqueza) quienes aporten más a ese fondo común. Pero ocurre que continúan aumentando las diferencias de los servicios públicos, llevando la desigualdad real del bienestar económico y social de las personas a según qué tribu.
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