Necesitamos meditar y orar
No había ni espacio ni tiempo, y una descomunal energía se expandió tras la gran explosión: siendo la que es, la que era y la que será. Se sabe cómo ocurrió a partir de una cabeza de alfiler, pero no se sabe de dónde surgió la cabeza de alfiler. Las arrugas del espacio tiempo crearon la gravedad, formándose cúmulos galácticos de miles de millones de estrellas; las estrellas fusionaron energía creando cada una un elemento, y, al estallar en supernovas, tales elementos se esparcieron por el universo recombinándose y creando lo que vemos. Es un proceso que aún sigue ocurriendo.
En el siglo XX descubrimos la relatividad general y la mecánica cuántica; en el siglo XXI quizá descubramos que todo son particularidades de la mecánica cuántica. Materia sobre la que aún hay que saber más, aunque sea olvidando el sentido común; pues puede ser la base de nuestra conciencia en el cerebro, y de una auténtica IA. Aunque el hecho de que los físicos apuesten por una teoría no significa que dicha teoría sea verdadera: pero ayuda a imaginar esa posibilidad.
Hace tiempo intentaron explicarme el entrelazamiento cuántico o comunicación transmitida con velocidad instantánea sin duración temporal en cualquier distancia. Según Gödel, desde dentro de un sistema no es posible alcanzar su verdad, pero desde fuera la podemos intuir. ¿De dónde proviene la intuición? Los algoritmos permiten la precisión y repetición de los resultados, pero por su rigidez nunca serán intuitivos. Nuestra mente sí lo es, y puede transitar por la estocástica realidad cuántica intuyendo verdades que luego se confirmarían matemática y experimentalmente.
Penrose y Hameroff, con su "Orch-Or", intuyen que en nuestro cerebro pueden estar sucediendo fenómenos cuánticos que nos permiten ir más allá de los algoritmos al usar nuestra conciencia. No alcanzo a comprender el razonamiento, pero intuyo que existe la posibilidad de un alma cuántica capaz de albergar su copia en el universo. Guardada allí, como archivos albergados en la nube, podría existir una información de todas las almas que han existido. Esa información, al sintonizarse con los fenómenos cuánticos de nuestro cerebro, influiría en nuestros sueños e intuiciones.
Aldous Huxley nos preguntaba: «¿Cómo sabes si la Tierra no es más que el infierno de otro planeta?». Necesitamos meditar y orar en común unión con esas almas cuánticas del universo, para invocar su bondad. Así la humanidad no perdería el oremus.
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