Mi chico de ojos azules
Qué difícil es plasmar en papel el sentimiento y la devastación que se sienten cuando un ser querido se va en plena juventud, como le ocurrió a mi querido David. Mi niño guapo, de ojos azules, llenos de alegría, sonriendo siempre.
Un chico lleno de bondad, siempre contento. Con unos valores que no son tan reconocibles hoy día. Amaba a sus padres por encima de todo, y se sentía muy orgulloso de ellos. A sus abuelos, a sus amigos, a sus compañeros de trabajo, a su familia política... y especialmente a ella, a mi hija. Todos cabíamos en su corazón, en su corazón azul, porque el Oviedo era su pasión. Qué pena no verlo jugar en Primera.
Querido niño, esto está siendo muy difícil de asumir.
Yo, que soy una persona creyente, espero que nos encontremos un día. Y, cuando nos veamos, tú dirás: "¡Aquí está la mejor suegra del mundo!", y yo te contestaré: "Anda, pelotillero".
Te queremos y no te olvidaremos nunca, nunca.
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