Conocimiento del medio: Bajo Nalón
El año pasado, por motivos de trabajo, descubrí -en su margen izquierda, sobre todo- el país del Bajo Nalón. Antes de eso, me parecía una comarca lánguida, con el pulso tomado, si acaso, del río que expira exangüe ante el apremiante Cantábrico.
Mis prejuicios, pues, se volvieron halagos a la luz de la evidencia; una tierra fértil como pocas, con un lugareño cuyo orgullo inveterado nace con el mismo proceso natural que los productos de la huerta o los frutales.
Después, una elegancia que anida congénita, yo creo, en la voluntad de sus gentes, cuyos ancestros fueron los primeros de su entorno en registrar un comercio regular con tierras lejanas de la Edad Antigua, lo que permitió el levantamiento de una pequeña Atlántida bajo la denominación plausible de "Flavionavia", que, más que yacer bajo las aguas, tal vez lo haga bajo viviendas, cuadras y labrantíos modestos de los que nadie se ocupa seriamente en penetrar su causalidad histórica.
También señalo un frescor y una paz que parecen emanados de una conjura espiritual entre sus gentes por obtenerla para sí y, además, ofrecerla al mundo. Esa atmósfera, con ser anterior a los hombres, se cultiva, se trabaja, no se sostiene sola.
Por último, la concertación de colores en todo recorrido que se emprenda es una ambrosía para la mirada y el entendimiento. Tantos siglos de ver mundos sin necesariamente salir de casa, tanta feracidad la circundante, han hecho de nuestros amigos ribereños los mejores pintores de Asturias, si no del mundo. Sus lienzos son sus vidas sencillas, ese es su soporte principal, y no es casual que se hubiera formado la famosa Colonia de Muros, sita en la finca La Pumariega, y visitada por lo más granado del panorama pictórico español en las postrimerías del siglo XIX, o que Rubén Darío invocara el estro poético en San Juan de la Arena.
Sin perjuicio de ulteriores saludos a otros concejos (¡perdóname, Carreño!), respétese mi momento vital; el que me anima a impelerles a que no aplacen su visita ocasional o su estancia de prolongación variable al Bajo Nalón, en ordenada concurrencia, por supuesto. Un gran surco planetario y craso en que despuntar sus mejores brotes sensitivos de ustedes.
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