El auxiliar de enfermería de La Lila
Sr. director: me dirijo a usted como vecina de Oviedo y usuaria habitual del centro de salud de La Lila para expresar públicamente mi malestar por la atención recibida recientemente por parte de un auxiliar de enfermería de dicho centro.
En una visita realizada hace unos días, me encentré con un profesional cuyo aspecto personal distaba mucho de lo que se espera en un entorno sanitario: desaliñado, mascando chicle de manera grosera y constante, voz cazallera, barba de varios días y, sobre todo, con una actitud que considero descortés e inapropiada para alguien que trabaja de cara al paciente.
Quienes acudimos a un centro de salud lo hacemos, muchas veces, en situaciones de vulnerabilidad o preocupación. Por ello, más allá de la profesionalidad clínica, también esperamos un trato humano, respetuoso y mínimamente empático. No se trata de exigir perfección, sino de recordar que el respeto y la dignidad deben estar presentes en cualquier ámbito de atención pública.
Con esta carta no pretendo señalar ni generalizar, ya que soy consciente del buen hacer de muchos profesionales sanitarios. Sin embargo, creo que este tipo de actitudes no deben normalizarse ni quedar impunes. La sanidad pública es uno de nuestros mayores tesoros, y su calidad también depende del comportamiento de quienes la integran.
Gracias por ofrecer un espacio donde los ciudadanos podamos expresar nuestras preocupaciones.
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