¡España se va a quemar entera!
Todos los años la misma historia cada verano, con lo de que los fuegos se apagan en invierno, lo del pastoreo tradicional como método para limpiar el monte, lo de los desbroces y cortafuegos. Luego están los pirómanos, esos dementes que, guiados por su locura o simplemente por intereses económicos, tiran de cerilla sin importarles la catástrofe que van a desencadenar. A estas alturas no sirve rasgarse las vestiduras, no hay nada que hacer, si no son los pirómanos serán rayos de tormentas secas, pero tarde un poco más o un poco menos España se va a acabar churruscando enterita. El motivo es clarísimo, el campo está completamente abandonado, no hay nadie, no se trabaja, no se pastorea, con leyes hechas en muchos casos como buscando la desgracia. Desaparecen caminos, senderos, prados, con leñas y pastos que llevan décadas acumulándose a la espera de una mínima chispa. El rural sufre la tiranía de la ciudad, que manda en votos, los puñeteros ecologistas, metiendo las narices, opinando y legislando sobre lo que no conocen ni sufren. Los políticos se acuerdan de los pueblos cuando llegan las elecciones, de los incendios cuando las llamas llegan a los periódicos y la televisión. El trabajo que no se ha hecho no se va a hacer. Volver a los pastores a la antigua es imposible, clamando ahora por rebaños mientras se protege al lobo. Me escriben desde Zamora, desde Cádiz, desde León, desde Cáceres, desde Fuentes Carrionas... equipos y medios de extinción escasos, desbroces en el invierno mínimos. Mientras en el rural no se pueda vivir dignamente y siga sin pagarse lo que vale el trabajo, mientras sigan mandando sobre el campo la ciudad y los ecologistas, esto irá a peor. Lo dicho, llegará el 26, luego el 27 y España seguirá ardiendo hasta que queme entera.
Viva la caza. Viva el mundo rural.
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