Ganado lanar

17 de Agosto del 2025 - Ramón Alonso Nieda (FUENTES - PARRES (ARRIONDAS))

Emigración (lo de Jumilla, Murcia): Que la UE, con su poderío económico y militar, haya permitido que el Mediterráneo, el "Mare Nostrum", se convierta en la fosa común más larga, ancha y profunda de la historia es un crimen que dejará una cicatriz imborrable. Pertenezco a los dos millones largos de españoles que, en la segunda mitad del XX, fueron emigrantes en Europa. Mi padre fue de los miles de jóvenes que, casi adolescentes, "compraron la mili al Rey" para emigrar a Cuba. Cómo me podría parecer mal que un siglo más tarde de América nos venga, en retorno, el ciclo migratorio.

Ahora bien, la emigración, venga de donde venga, tiene que ser legal y organizada. Lo que es compatible con que todo emigrante, legal o ilegal, sea siempre y en cada caso tratado con exquisita humanidad. En reciprocidad, el emigrante debe poner el mismo empeño en respetar los códigos del anfitrión. Igualdad ante la ley en derechos y en obligaciones.

La libertad religiosa, como cualquier libertad, no debería tener más límites que los del Código Penal. No entiendo esas polémicas de indumentaria con "el velo". ¿No asistían nuestras madres a misa "con mantilla"? ¿No tienen las mujeres musulmanas tanto derecho a cubrirse lo que quieran como las autóctonas a lucir sus senos semi a la intemperie (que últimamente parece que lo llevan como una obligación)?

Sin embargo, que los talibanes del laicismo se erijan en adalides de la fe musulmana en una campaña con ribetes de cruzada, no deja de escamar. Aparte el indisimulado designio de llevarse a la población emigrante al huerto electoral de la izquierda, con la defensa desaforada de una cultura foránea este ganado lanar ejerce de forma oblicua su rechazo visceral de la propia tradición cristiana. Nos tienen acostumbrados. Sufrimos una consejera de Educación que pretendió obligarnos a llamar "de invierno" y "de primavera" a las vacaciones de Navidad y de Semana Santa. Una cabeza así, la dejas y te convierte las cuatro estaciones en un apeadero.

El calendario republicano de la Revolución lo compuso Fabre d'Eglantine (1750-1794). Sustituyó el santoral por un catálogo de hortalizas. La Revolución demoró dos años agradecerle los servicios prestados: lo pasó por la flamante guillotina en el 94. "Une mort très douce". Más indulgente se mostró la FSA con la consejera: la amortizó en la alcaldía de Gijón.

Los laicos de Asturias sostienen que solo los creyentes le pueden llamar con propiedad "obispo" al obispo; para los demás el obispo es fulano de tal. Pepe el de Juana. ¿El cardenal Tarancón? Un tal Vicente. La tesis lingüística subyacente es que, para llamar ornitorrinco a un ornitorrinco, tendríamos que pertenecer al orden de los monotremas. Si los señores del RIDEA clausuren unas jornadas en Covadonga con una misa en la Cueva, los centinelas del laicismo ponen el grito en el cielo. "El cielo ni nos lo toquéis", tendrían que protestar los creyentes. Con estas reflexiones no pone uno el grito en el cielo; pone el dedo en la llaga con la desesperada esperanza de contener la infección.

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