Esos histéricos
Esos histéricos que salen por la tele, sí, sí, los de la Cinco y la Tres. Sí, hombre, los de la Uno que al parecer el jueves tenían dos muertos leoneses en Zamora. Sí, esos, los de la Sexta y la Cuatro, ya sabéis. Esos que salen desgañitados, llorando, esos hombres rudos con voces que se quiebran y lágrimas en los ojos. ¿Serán actores? -me pregunto yo-. Deben de serlo, no se explica. ¿Acaso no se han enterado de que el Gobierno lo tiene todo controlado desde el minuto uno? Ah, siempre presente el Estado nuestro... ¿Cómo podremos dudarlo? ¿Es que tenemos ejemplos en la memoria reciente que nos inviten a ello? Somos agoreros, una alarmista manga de histéricos sin cuidado alguno que ha tenido que despertar a dos o tres de su espléndido letargo veraniego -que no invernal también, por qué no...-. Ay, nosotros, que nos ahogamos en un vaso de agua presos del pánico solo por perder la casa y el sustento. ¿Pero qué raza de desconfiados sin consuelo somos? Unos pesimistas indeseables, en cualquier caso. Por no decir esos chicos que han cometido la torpeza de morirse, sin duda habrá sido culpa suya; echémosela, no dudemos. Total, tan legitimados en nuestra maldad, estupidez e incompetencia, ¿quién se va a dar cuenta?
Pero, queridos amigos, no saben estos que a los pueblos, malhadados, no llega internet y que anochece pronto y a veces, en invierno, qué vas a hacer, no hay nada, a veces hasta en un acto de locura coges un libro y lees, hasta ahí llega el aburrimiento pueblerino. Y qué decir de esas noches estrelladas, tan sugestivas para el pensamiento, casi tanto como los atardeceres sin casas o los ratos de pesca y hastío. Yo creo que hemos fumigado y ya no queda ni uno, pero ni uno. No obstante, a ver si en estos sitios, total, quedan tan lejos, no hay nadie, a ver si nos confiamos y todavía queda alguno que hasta dude. A ver si se entera el jicho del café con leche y la tostada de verdad de que hasta lo hemos hecho mal. Aquí en el Starbucks, entre el frappuccino y la cookie nos está viniendo como un mal rollo; viento del norte.
*Jicho es un término utilizado en León y, al parecer, también en Vigo para denominar de forma coloquial a un tipo o fulano.
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