Mala gestión
Recordemos el refrán "cuando las barbas de tu vecino veas pelar pon las tuyas a remojar." Sí, es una auténtica catástrofe, pero propiciada por el abandono del territorio.
Nuestros dirigentes nos llenan de palabras grandilocuentes, de cara a las elecciones: la España vaciada, la protección al medio ambiente, etcétera, no nos engañemos, al mundo rural lo consideran de tercera categoría, hay pocos votantes, solo les gustamos para pasar vacaciones, dar paseos bucólicos por el campo; eso sí, que los excrementos no huelan mal, los gallos no canten, los burros no rebuznen, y no hablemos de perros y gatos, solo son educados y admitidos los suyos, los de compañía, muchos de ellos abandonados por cansancio y molestias al realizar viajes.
Caminos, riveras de ríos, montes, praderías, todo en abandono; el desánimo de los pocos pobladores aumenta. Los "ecologistas" tienen más poder que los campesinos, el labrador tiene que permitir que sus esfuerzos y trabajos sea destrozados por jabalíes, zorros, lobos, corzos, osos y todo tipo de alimañas; el mantenimiento de árboles frutales, sembrados y cabaña ganadera cada día es más arduo y menos rentable; la lucha con el clima es difícil, pero en cierto modo asumible, lo no aceptable es los llamados ecologistas que no tienen un solo acre de terreno, no viven del campo, imponen sus criterios, que no su conocimiento.
¿Quién asume ahora el gravamen? ¿Qué comerá la fauna? Bueno, desgraciadamente la mayoría habrá desaparecido, ¿y los bosques, cuantos años pasarán para que en ellos aniden los pájaros, o hagan más respirable nuestro aire?, flora irrecuperable, ríos afectados por las cenizas, viviendas y vidas desaparecidas, pero la responsabilidad será viuda. Las comunidades quieren las competencias, cobran buenos sueldos pero no asumen la carga.
El labriego no es dueño de su patrimonio, no puede construir, no puede cultivar, es expropiado para carreteras, alumbrados, telefonías, explotaciones mineras, cotos donde alguien cobra por cazar, que no el campesino. Eso sí, paga impuestos y hasta cuatro gallinas tienen que estar censadas y parece que los excrementos de las vacas contaminan más que aviones, transatlánticos, barcos de recreo motos de agua, etcétera.
¿Nos ponemos las pilas? ¿Seguimos permitiendo el desastre? Si los campesinos desaparecen, adiós la Asturias paraíso natural. ¿Adónde se irá el turismo? ¿Dónde nuestro plato estrella? ¿Nos cruzamos de brazos y permitimos que el paisaje se siga llenando de maleza y cada cierto tiempo el fuego lo destruya todo?
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