Régimen de insularidad para la España vaciada
El abandono del mundo rural es imparable. La búsqueda de mayores oportunidades, servicios públicos completos, empleos más cómodos, rentabilidad en la inversión de los emprendedores y un régimen fiscal que compense los esfuerzos de la iniciativa empresarial, arrastra a las nuevas generaciones fuera de sus pueblos. Son víctimas de la igualdad de obligaciones dentro de la desigualdad de condiciones. Duele mucho marcharse, pero compensa porque se alcanza una vida digna con un horizonte mayor. Pagas los mismos impuestos, pero no tienes que esperar al jueves para que venga el médico al consultorio local, no hay que desplazarse 100 kilómetros para gestionar algún trámite administrativo, puedes pasear por el parque de la ciudad con más tranquilidad que por los prohibidos caminos rurales, acceder al comercio y los servicios que no hay en el pueblo... En algunos casos incluso se pagan más impuestos, pues los pequeños ayuntamientos extreman el nivel de recaudación de sus tributos locales. La agricultura no rentable no es el único motivo que alimenta este fenómeno. La España vaciada está cada vez más lejos de la España normal, quizás a más kilómetros que Baleares o Canarias.
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