La Nueva España » Cartas de los lectores » Tribuna » Sombras y luces: Al final, la esperanza

Sombras y luces: Al final, la esperanza

2 de Septiembre del 2025 - J. L. Bueno de las Heras

En pocos medios de comunicación se habrán encontrado ustedes con la noticia referente a un documento, fechado el 23 de julio pasado, que fijaba definitivamente la constitución del jurado encargado de juzgar los proyectos concurrentes al concurso de ideas para la “Resignificación del complejo monumental de Cuelgamuros (sic)”. La primera acta de reunión establece ya, sin rodeos ni edulcoraciones, la Cruz y la Basílica del Valle de los Caídos como objetivos de una inminente mutación de su función, una redefinición de su futuro y un más que probable dictado que retroescriba sus antecedentes, historia y sustancia.

Hay suficiente bibliografía objetiva y fiable acerca de esta veterana diana de extintos entusiasmos y añejos rencores políticos y religiosos, endo y exogenéticamente realimentados –el Valle de los Caídos–, publicada tanto desde la propia Fundación homónima y la más reciente Asociación para su Defensa (“cierre” y/o “demolición” no son objetivos ajeno a lo que se ha llegado a calificar desde su entorno de “persecución salvaje”) como desde editoriales independientes por autores conocedores del percal, y no precisamente complacientes o aduladores, para pretender aquí añadir paja en un asunto tan serio y tan sólidamente documentado. Quienes han querido saber libremente acerca del Valle de los Caídos han tenido sobradas oportunidades para ello, y quienes prefieran mamar sine die de ubres partidistas o de fuentes contaminadas por ácidos o álcalis no van a cambiar de gustos y hábitos fácilmente.

El acta de la primera reunión indica que ahora la Santa Sede se ha negado a avalar este procedimiento al considerar que el Derecho Canónico impide cualquier implicación en una iniciativa que afecte al carácter sagrado de la Basílica

Lo que sí quería aquí es referirme particularmente a algo más reciente y novedoso que ya traté de caricaturizar hace unas semanas en estas mismas páginas: el contradiós que hubiera significado la presencia de alguno de los discípulos de Jesús de Nazaret en las comisiones organizadas por Herodes o Pilatos para decidir –o hacer que decidían– la suerte –ya echada– del Maestro. Y es que resulta que un representante de nuestra Iglesia –comandada por una incoherente Conferencia Episcopal Española– iba a estar presente en dicha Comisión a cargo de la nueva e instrumentalizada “Resignificación” de un monumento que pudo ser Arco del Triunfo de una sedicente Cruzada y que maduró para bien como simbólico y respetable centro cultural y religioso, lugar de reconciliación y reposo eterno de caídos de dos multifacéticos bandos enfrentados en una penosa Guerra Civil. Guerra incivil cuyos inductores, promotores, desencadenantes, ejecutores, víctimas, pacificadores, sanadores, restauradores y reconciliadores han sido ya suficientemente identificados por la Historia de los historiadores, y maquillados o reeditados por escribas y fariseos en sectarias mareas de redefinición y/o cancelación. La reactivación de un plan de ruptura que se enunció en 1982 y que se retomó en 2004 no es una cortina de humo como evocan los babosos y los inanes cada vez que hay que eludir compromisos y responsabilidades sociopolíticas: ahora tienen una nueva oportunidad ante lo que se trata de una versión personal y partidista para completar sonadamente la celebración de un aniversario histórico obedeciendo una vez más al tantas veces profético refrán sobre muertos, héroes y grandes lanzadas.

Pues bien, como no sabrán algunos de los pacientes lectores, dicha acta inaugural –en coherencia con un mandato y con antepasados vehementes y entusiásticos pronunciamientos de varios pontífices (y prácticamente de todos los eminentísimos prelados que, como el actual, luego llegaron a serlo)– indica que ahora “la Santa Sede se ha negado a avalar este procedimiento al considerar que el Derecho Canónico impide cualquier implicación en una iniciativa que afecte al carácter sagrado de la Basílica”. Es decir, que “la Iglesia católica –con otro Papa, añado muy intencionadamente- ha decidido no formar parte del proceso, dejando vacante su asiento en el jurado”, según dice al respecto una fuente bien documentada.

No digo que algún prelado debería dimitir ya mismo de su puesto porque, a fin de cuentas, tal daría. Pero creo que nuestra inasible y silente Conferencia Episcopal debería dar alguna explicación. Al menos ahora. Al menos a los expectantes fieles a quienes ocasionalmente se nos ponen belfos luteranos y que, a Dios gracias, creemos poder entendernos con Él la mayor parte de las veces sin tales intermediarios.

Cartas

Número de cartas: 48899

Número de cartas en Diciembre: 22

Tribunas

Número de tribunas: 2174

Número de tribunas en Diciembre: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador