La Nueva España » Cartas de los lectores » A mi amigo Díaz Bardales

A mi amigo Díaz Bardales

23 de Febrero del 2011 - José Ramón Rodríguez Fernández (Oviedo)

He leído con máxima atención tus memorias en La Nueva España. Quiero ahora, a propósito de las mismas, hacerte algunas reflexiones.

Nos conocimos en el Seminario de Oviedo, donde estudiamos juntos varios años. Yo soy un año mayor que tú y de un curso superior. Entonces teníamos una relación normal. No hablábamos mucho porque entonces hablar estaba penalizado. Al acabar nuestros estudios fuimos nombrados, primero, yo coadjutor de Candás y, meses después, tú coadjutor de Luanco. A pesar de que entre estas dos villas siempre hubo algún recelo, tú y yo nos llevábamos bien y tuvimos una relación estrecha. Nos veíamos cada poco para charlar de nuestras cosas. Tanto tú como yo hicimos cuanto pudimos por el bien de aquellas gentes que nos querían y nos apreciaban.

Han pasado los años y apenas nos volvimos a ver. Yo dejé el sacerdocio y después trabajé como profesor de la Universidad. Tú seguiste predicando el Evangelio por distintos sitios y finalmente en la parroquia de La Calzada de Gijón, donde sigues trabajando y dando buen ejemplo.

Coincidimos en una cosa. Hemos tenido unos buenos padres con familia numerosa, que nos han educado en la fe y en el respeto. Yo sigo con los mismos principios, y tú, por supuesto.

Estoy de acuerdo en todo lo que dices en tus memorias, sobre todo en cuestiones relacionadas con la fe. El Concilio Vaticano II fue un gran avance, pero creo que hoy se ha quedado corto. Hace meses le escribí una carta a Benedicto XVI, que por cierto me contestó, diciéndole lo mismo que tú piensas, que la Iglesia está muy alejada del pueblo, que tiene que estar más cerca de los débiles. Le hablaba de esas homilías vagas que no transmiten con sencillez y claridad el mensaje de Jesús de Nazaret y de esas largas ceremonias religiosas que poco ayudan a emprender y a practicar ese mensaje y que entendía que era urgente la convocatoria de un nuevo concilio.

Tú siempre has estado cerca del pueblo y de los débiles, y sé que siempre has predicado ese mensaje de amor que da sentido a nuestra vida y que es capaz de transformar el mundo.

Yo igual que tú no tengo miedo al juicio final, habida cuenta de que el juez y el abogado defensor son la misma persona, cosa que no ocurre en la justicia humana. Tampoco tengo miedo al infierno. Un padre no puede estar a gusto lejos de sus hijos y por eso Jesús lleva años preparándonos un sitio agradable para estar con él. El infierno existe, pero no para los hijos de Dios, sino para que el mal no pueda juntarse por más tiempo con el bien y crear la triste situación en la que vivimos en este mundo.

Dices que dejaste de rezar por Franco. Si Franco como muchos dicen fue tan malo, hay que rezar por él. También te digo que, si no fuera por este personaje, el comunismo extremo habría triunfado y en España no quedaría rastro de la Iglesia. Por eso ésta no sólo rezó por él, sino que lo llevó bajo palio. Pasados unos años supo olvidar, perdonar y apostar por la democracia como lo prueba la homilía de Enrique y Tarancón al ser Juan Carlos proclamado rey en un momento crucial.

Haces grandes alabanzas de don Gabino. Comparto tu opinión. Ha sido un hombre de fe y bueno, pero también te tengo que decir, con el mismo respeto que Ignacio de Antioquía sentía por los obispos, que don Gabino fue un hombre un poco distante y poco cercano. Ésa no es solamente mi opinión, sino también la de otros sacerdotes que en ocasiones se han sentido muy solos.

Al final haces alusión a una enfermedad que padeciste. También yo la he padecido; si no igual, parecida. Es ésta una coincidencia más. En cualquier caso no parece que ni tú ni yo tengamos miedo a la muerte. No te olvides de que con ella también llegará nuestra liberación.

José María, un abrazo muy fuerte.

José Ramón Rodríguez Fernández

Oviedo

Cartas

Número de cartas: 45931

Número de cartas en Septiembre: 35

Tribunas

Número de tribunas: 2081

Número de tribunas en Septiembre: 3

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador