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Tomo parte para equilibrar

8 de Septiembre del 2025 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Siento gran vergüenza y respeto por los sefardíes a consecuencia del antisemitismo que los expulsó de España. En este conflicto eterno de siglos de ir contra los judíos, ellos resistir y el que resiste gana, soy divergente y tomo parte para equilibrar. Dejar de ser ignorante es fácil si se sabe hacer bien la pregunta por internet aceptando la fuente adecuada, pero eso implica esforzarse en saber algo antes para preguntar. Es cierto que los caminos de la Historia quedan remarcados por los vencedores, pero la Historia la hacen los historiadores desde una visión holística y ecuánime de los hechos ocurridos, y no las peroratas del victimismo que siempre está interesado en lo que pudo ser y no fue.

En la historia que nos concierne de Israel y Palestina, hemos de tener en cuenta ese antisemitismo existente desde hace siglos; porque motivó el retorno de muchos judíos a la Siria otomana (su nombre durante siglos). Nace así el sionismo de la mano de Theodor Herzl que publicó "El Estado judío" y fundó el movimiento con el Primer Congreso Sionista en Basilea en 1897. Tras la I Guerra Mundial y la caída del imperio otomano, el territorio quedó bajo Mandato Británico por orden de la Sociedad de Naciones en 1922, y pasó a denominarse Palestina. Allí había familias judías desde siglos, a las que se sumaron los sionistas retornados (muchos huyendo de la Revolución Soviética) que compraron las tierras para instalarse. Tras la Declaración Balfour en 1917, la Sociedad de Naciones ya tenía en mente la creación de un estado judío. Esto motivó que Amin al-Husayni (que llegó a ser Gran Mufti de Jerusalén en 1921) promoviese grupos armados de musulmanes para expulsar a los judíos. Estos, para proteger sus granjas o comunas colectivas o Kibutz de los ataques de esos exaltados, crearon en 1920 la Haganá, en la que se armó y entrenó a jóvenes y mujeres (algo impensable en aquella época) para la vigilancia y defensa de las granjas mientras los demás trabajan durante el día o descansaban por la noche. El Gran Mufti de Jerusalén, tras liderar la revuelta árabe de Palestina en 1936-39, como ferviente admirador de los nazis, se fue a refugiar a la Alemania nazi y a pedirle a Hitler su apoyo para, expulsando a los británicos, exterminar a los judíos. Mientras tanto, los judíos de la Haganá se incorporaron al ejército británico en la Brigada Judía o Fuerza Judía de Combate. Aunque desde 1944 existiese un conflicto violento entre judíos musulmanes y británicos, con la aprobación del plan de la ONU de dos estados en Palestina, uno judío y otro árabe en 1947, la violencia se incrementó. Y tras la Declaración de Independencia de Israel, proclamando un Estado judío el 14 de mayo de 1948, se inicia una guerra abierta entre Líbano, Siria, Jordania y Egipto que, con sus ejércitos, pretendían expulsar a los judíos. Durante esa guerra no deseada por Israel, miles de palestinos perdieron sus residencias convirtiéndose en refugiados palestinos. Y, contra todo pronóstico, los árabes perdieron la guerra. Sin embargo, se juramentaron para echar a los judíos con la colaboración de más países árabes. Cuando en 1967 ya tenían los planes y las tropas preparadas en las fronteras para arrasar Israel, fueron sorpresivamente atacados y derrotados por Israel en la Guerra de los 6 días. Esto motivó la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, que fue adoptada por unanimidad en 1967, exigiendo la retirada de las fuerzas israelíes de los territorios ocupados en esa guerra y el establecimiento de una paz justa y duradera en Oriente Medio. Resolución no aceptada por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) creada en 1964: un grupo liderado por Yaser Arafat (sobrino de Amin al-Husayni) que no condenaba la violencia y estaba apoyado por Jordania, Líbano, URSS y China. En la Cisjordania bajo responsabilidad jordana, en 1970 Jordania declara la guerra a los grupos armados palestinos o terroristas como Septiembre Negro y los expulsa, yéndose ellos al sur del Líbano para atosigar desde allí a Israel. En 1975 estalla, por ello, la guerra civil libanesa. En 1978 Egipto firma la paz con Israel en Camp David. En 1979 triunfa la revolución islámica en Irán, y entra en liza creando en 1984 Hezbollah en el sur del Líbano y Hamás en la Franja de Gaza como grupos armados de la revolución islámica: terroristas dispuestos a exterminar a los israelíes con todo el apoyo de Irán. En 1994 Jordania firma la paz con Israel, y Yaser Arafat líder de Fatah (que en 1988 había cambiado de posición y aceptado la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas) es nombrado primer presidente la recién Autoridad Nacional Palestina (ANP). Ese mismo año Arafat firma la paz con Israel y recibe el Premio Nobel de la Paz, junto con Shimon Peres e Isaac Rabin; y, junto con Isaac Rabin, el premio Príncipe de Asturias de cooperación internacional. Hamás que controlaba a los palestinos de la Franja de Gaza nunca aceptó esto. Mientras Fatah controlaba Cisjordania, en 2006 Hamás gana las elecciones legislativas en la Franja de Gaza y desde entonces no ha dejado de acosar a Israel con actos terroristas como poner bombas en autobuses escolares israelíes. El 7 de octubre de 2023, justo cuando se cumplían 50 años de la Guerra del Yom Kippur, Israel sufrió un ataque terrorista que segó la vida de 1.400 personas y supuso el secuestro de otras 252. Las Fuerzas de Defensa de Israel comenzaron las operaciones para proteger las ciudades del sur de Israel mientras el número de cohetes lanzados desde Gaza aumentó a más de 1.200; el gabinete de seguridad israelí dijo al día siguiente que el estado de guerra había comenzado oficialmente. Netanyahu, antes de ser nombrado presidente, había prometido ante las cámaras que ante cualquier acto terrorista arrasaría la Franja de Gaza. Por tanto, los dirigentes de Hamás sabían que lo que estaban pidiendo a Netanyahu con aquel acto terrorista era un holocausto gazatí (a día de hoy Hamás aún tiene rehenes secuestrados para mantener el holocausto gazatí: su objetivo para desprestigiar a Israel). Es cierto que 18.500 niños muertos de hambre y violencia, son muchos niños muertos como para no escandalizarse iracundamente con las imágenes que nos llegan. Pero ese número no le va a la zaga al de los niños muertos por violencia y hambrunas en Sudán, mientras mujeres y niñas son violadas y hombres y niños asesinados, y sin embargo no hay grandes movilizaciones al respecto, cosa que a mí también me escandaliza iracundamente. Las noticias hablan de que una flotilla de barcos surca las aguas del Mediterráneo dirigiéndose a Gaza para llevar ayuda a los gazatíes. Al igual que los dirigentes de Hamás aquel 7-O, es lógico pensar que los dirigentes responsables de esa flotilla son conscientes de que van a tocar las narices a Netanyahu, y que este no consiente en a dejárselas tocar. Lo hacen ondeando la bandera de la ANP y no la de Hamás, cuando la ANP encabezada por Abbas gobierna en la Cisjordania, mientras que Hamás, grupo rival separado, controla la Franja de Gaza. Muestran así su intención de engaño al no ondear la bandera de Hamás en sus barcos rumbo a la Gaza de Hamás. A todo esto, cuando ocurra una desgracia, ¿a quién le van a culpar?

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