Enchufados
Podemos definir la sociedad de la actualidad como un conjunto de personas de todas las edades que viven conectadas permanentemente a sus teléfonos móviles. Son una extensión más de su brazo.
El abanico es amplio. Desde una niña de 2 años que me encontré el otro día con su madre mientras esperaba en el centro de salud del Natahoyo y lloraba rabiosa porque quería ver los dibujos en el smartphone. Hasta los adolescentes que están los cuatro sentados en un banco, no hablan entre ellos y permanecen con la nuca hacia abajo para enchufarse a su droga diaria.
Luego están los adolescentes y adultos que ves caminando tranquilamente por la calle y van mirando el teléfono móvil. Cualquier día se van a dar una tremenda hostia contra una farola o tal vez otro peatón que vaya inmerso en una conversación de vital importancia y debe responder a ese mensaje al momento.
Cuando acudo a alguna visita médica o de cualquier otro tipo, siempre llevo un libro encima, además de un periódico. Levanto la vista al comprobar que hace el resto de la sala, aunque ya conozco la respuesta. Todos están con el móvil. Absolutamente todos. Si queda uno sin mirar el móvil, seguramente sea que se trata de una persona mayor. Aunque bien es cierto que hay personas mayores que se manejan perfectamente con la tecnología.
Algo estamos haciendo mal cuando algunos viven enganchados al teléfono móvil. Vuestra vida no puede quedar reducida a un smartphone. Hay vida ahí fuera. Existen unas cosas llamadas libros, cómics o revistas que se utilizan para leer.
El mundo está enfermo. Estamos creando monstruos. En el colegio debería haber una asignatura de desconexión digital. Hay exceso de información, influencers, etc. El modelo de comunicación ha cambiado, pero los humanos debemos desconectar por nuestra salud mental.
Desenchufarse es posible.
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