El Gobierno de la decadencia de España
Tensionar, distraer y perpetuarse: la estrategia de este Gobierno que envenena a España y a los españoles.
Hoy en España se respira división y enfrentamiento. La política ha envenenado la vida social hasta el punto de que ya no se puede hablar tranquilamente entre amigos o familia sin que surjan discusiones. Los responsables son políticos tóxicos que, en lugar de unir, buscan sembrar tensión para mantenerse en el poder.
Todo lo embarran: primero fue el fútbol con un beso polémico, ahora el ciclismo, Eurovisión... mañana será el atletismo o cualquier otro campeonato. Nada quedará al margen, porque su estrategia consiste en ensuciarlo todo para desviar la atención de sus presuntas corruptelas, sus indecencias, sus concesiones a independentistas, indultos, amnistías y pactos sin vergüenza ni límite. Ya lo decía el propio maestro del sanchismo: la tensión es el fin y los medios.
Señalan a jueces, críticos y a la oposición. Mientras tanto, han pisoteado la separación de poderes, la igualdad ante la ley y la Constitución, controlando instituciones que deberían velar por la democracia, como la Fiscalía, el Constitucional o parte de la judicatura.
Este Gobierno no busca ciudadanos libres, sino aliados dóciles, activistas y cómplices. Si piensas por ti mismo, tratarán de desacreditarte. Así funciona cualquier tiranía. No olvidemos algo esencial: los ciclistas, futbolistas o cantantes no disparan ni cometen genocidios; los políticos sí toman decisiones que cuestan vidas y condicionan el futuro de un país entero.
La incoherencia es brutal: un presidente que se alía con quienes homenajean a asesinos de socialistas como Fernando Múgica, Fernando Buesa, Juan María Jáuregui o Ernest Lluch, y que aun así se permite dar lecciones de firmeza y sensibilidad. Mientras distrae al público con discursos moralizantes, oculta sus complicidades y el precio de sus pactos.
El resultado es claro: se alían con corruptos, delincuentes y prófugos, a quienes regalan impunidad a cambio de poder. Y, mientras tanto, atacan a jueces y críticos, debilitando la democracia. El día que extiendan esa campaña también contra la Policía y la Guardia Civil, no habrá quien los frene en su objetivo de perpetuarse en el poder.
A Sánchez cualquier polémica le viene como anillo al dedo para tapar su gestión. Alimenta y estira los conflictos porque le interesa mantener a la sociedad dividida y entretenida en batallas culturales y deportivas. Todo está calculado, mientras la gente se olvida de la carestía de la vida, la vivienda imposible, los salarios insuficientes, las pensiones en entredicho, la sanidad con listas de espera delictivas, la invasión turística que eleva los precios de todo -muy especialmente la vivienda- y una inmigración descontrolada que, junto con el turismo, utiliza servicios públicos por los que no ha contribuido (aeropuertos, puertos, carreteras, autopistas, ambulancias, bomberos, hospitales, colegios... más cargas sociales). Todo ello disminuye el nivel de vida y bienestar de los españoles, convirtiéndolos en serviles con salarios de propina. Sin obviar que esa inmigración proviene principalmente de culturas y religiones fanáticas, difíciles de integrar. Curioso que las feministas de este Gobierno señalen a los hombres de aquí como machistas mientras defienden esa inmigración, mayoritariamente jóvenes varones con una educación en la que la mujer vale muy poco.
Por eso insisto: ciclistas, futbolistas y cantantes no disparan; los políticos sí deciden guerras, persiguen disidentes y pactan con quienes mancharon de sangre este país. Además, destruyen todo lo conseguido por sus padres y abuelos en cuestión de seguridad y bienestar, en este Primer Mundo en descomposición por su culpa. Pero no, lo que hay que paralizar son festivales de música y eventos deportivos. Son impresentables.
Parece que me repito mucho, así es. Gracias. No decaeré.
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