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España en estado de alarma

5 de Marzo del 2011 - José Ramón Rodríguez Fernández (Oviedo)

El término alarma, como muchos saben, procede de la expresión latina «ad arma», cuyo significado literal es «a las armas». Éste era ya antiguamente un aviso o señal para prepararse a la defensa o al combate.

El estado de alarma es en la actualidad un régimen excepcional que se declara para asegurar el restablecimiento de la normalidad cuando ésta ha sido alterada; y es en este sentido en el que la Constitución lo entiende al facultar al Gobierno para que así actúe cuando se produzcan graves alteraciones.

Me gustaría, después de esta breve introducción, hacer algunas consideraciones a propósito del estado de alarma declarado el 4 de diciembre de 2010 por el Gobierno de España con motivo del cierre del tránsito aéreo por la ausencia de controladores.

Yo, con los años que tengo, nunca había oído hablar de este estado o situación ni durante la época del antiguo régimen ni en la democracia. Después, pensando y repasando la historia, he llegado a la conclusión de que los españoles, desde que formamos una nación, pero en especial durante los dos últimos siglos, hemos vivido siempre en estado de alarma. Amadeo de Saboya, cuando dejó el Gobierno de este país hace casi 140 años, llegó a decir que en España no se podía vivir, pues era como una jaula de locos.

A esta conclusión parece que estoy llegando yo al observar las constantes confrontaciones, guerras y revoluciones que han existido durante ese período de tiempo al que antes me refería; empezando por la Guerra de la Independencia, que no sólo ha causado dolor, sino divisiones entre los españoles; siguiendo con las sucesivas guerras carlistas, para determinar por la fuerza quién debería ocupar el poder. Las guerras contra Cuba y Filipinas, que con la ayuda de los Estados Unidos obtuvieron su independencia, fueron la causa de que muchos españoles quedaran sepultados en aquellas tierras. Las distintas guerras con Marruecos que al inicio dieron lugar incluso a la Semana Trágica de Barcelona y más tarde al Desastre de Annual, fueron la causa de la muerte de muchos de nuestros soldados. ¿Y qué decir de la Revolución de Asturias, que tantos muertos y daños materiales ha provocado en nuestra región? Y finalmente, ¿qué decir de la Guerra Civil, debida en parte a los constantes desencuentros y reyertas entre partidos durante la II República, cuando no se respiraba más que odio y afán de venganza?

Con la democracia, el estado de alarma sigue y mucha culpa de este estado la tiene la misma Constitución, que hay que reformar urgentemente. Después los políticos, que sólo buscan poder y que muchos son incompetentes para gobernar, que pasan el día discutiendo en el Congreso y fuera de él. El terrorismo ha causado gran dolor y sufrimiento a tantas personas y ha dejado muchas víctimas. Más de diez huelgas generales que sólo han producido graves trastornos sociales y nada han favorecido al obrero.

Ahora, cuando escribo estas líneas, estamos pasando por una tremenda crisis de valores, social y económica como nunca. El Gobierno no tiene ningún proyecto más que aguantar. La ley de Memoria Histórica nos está llevando de nuevo a un enfrentamiento que a finales del franquismo ya había desaparecido. Hoy España está dividida. Los partidos nacionalistas buscan sólo sus intereses e incluso la independencia. Mientras tanto son ya cinco millones de parados, muchos de ellos jóvenes universitarios que tienen que emigrar al extranjero. Se habla de que vamos a ser intervenidos por la Unión Europea, al no poder pagar la tremenda deuda externa que acumulamos.

¿Puede haber un estado de alarma mayor?

José Ramón Rodríguez Fernández, Oviedo

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