Todavía podemos hacer más
Es bien sabido y ampliamente reconocido que una ciudad accesible es una ciudad mejor para todos. Durante años, hemos dado importantes pasos para garantizar que las personas con movilidad reducida puedan desarrollar su vida con normalidad. Un ejemplo claro son las plazas de aparcamiento reservadas, cercanas a los accesos de comercios, instituciones y centros de trabajo. Sin embargo, en nuestro afán por facilitar el acceso, hemos cometido una omisión significativa: hemos pensado casi exclusivamente en el coche, olvidándonos de otros vehículos que, para muchas personas, son su única opción de movilidad independiente: las motocicletas y los scooters.
Para un número creciente de personas con discapacidad, especialmente aquellas con dificultades de movilidad en las piernas, las motos adaptadas (con sidecar, triciclos o scooters de tres ruedas) son una herramienta de libertad. Son vehículos ágiles, que evitan los atascos, consumen menos y ocupan un espacio muy reducido. Sin embargo, al llegar a su destino, se encuentran con una paradoja: existen amplias plazas reservadas para coches, pero ninguna para ellos. Se ven obligados a aparcar en zonas generales, a menudo lejos de la entrada, lo que anula por completo la comodidad y seguridad que debería proporcionar una plaza reservada.
Esta carencia no es solo una cuestión de comodidad: es una barrera arquitectónica más. Implica que una persona que ha elegido un vehículo eficiente y manejable para ganar autonomía se vea penalizada por una planificación urbana que no ha sabido evolucionar y adaptarse a la diversidad de necesidades.
Por todo ello, hacemos un llamamiento al Ayuntamiento y a los responsables de Urbanismo para que aborden esta necesidad con la urgencia que merece. Solicitamos: la creación de plazas de aparcamiento reservadas específicamente para motocicletas y scooters de personas con movilidad reducida, identificadas con la señalización vertical y horizontal pertinente (el símbolo internacional de accesibilidad sobre una demarcación para motos).
Que estas plazas se ubiquen, al igual que las de coches, en lugares privilegiados, llanos y de fácil acceso, garantizando la seguridad y comodidad del usuario.
La modificación de las ordenanzas municipales para incluir y regular este tipo de plazas, reconociendo legalmente el derecho a una movilidad accesible en todos sus formatos.
Se trata de una medida de justicia, de inclusión y de sentido común. Es una adaptación sencilla, de bajo coste y alto impacto, que permitiría a muchas personas integrarse plenamente en la vida de la ciudad. Avancemos hacia una accesibilidad universal que no discrimine el vehículo que una persona elija para ser libre.
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