La Nueva España » Cartas de los lectores » Tribuna » Giorgio Armani, el diseñador que cambió la moda

Giorgio Armani, el diseñador que cambió la moda

29 de Septiembre del 2025 - Ramiro Fernández Alonso

Logró hacer del buen gusto un modo de vida y de la practicidad y la sencillez, la belleza. Giorgio Armani —quien falleció el pasado día 4— no fue solo un diseñador: fue un reformador silencioso de nuestra manera de ver y sentir la moda. Convirtió el minimalismo en sinónimo de elegancia, inventó el estilo casual tal y como hoy lo entendemos y creó un imperio que factura más de dos mil millones de euros anuales y emplea a ocho mil personas en todo el mundo. Pero sus cifras, por impresionantes que sean, no definen su verdadero legado: la democratización del buen gusto, la elegancia como una ética cotidiana.

Dicen que enseñó a vestir a América, que reinventó el estilo, que revolucionó el armario masculino y femenino y que inspiró la pasarela de los Óscar. Cambió costuras, ideó patrones y transformó siluetas. Armani comprendió antes que nadie que la ropa no solo viste cuerpos, sino también emociones, y que el estilo es un lenguaje silencioso capaz de transmitir respeto, poder y sensibilidad. Quizá por eso su estética sigue viva más allá de las modas efímeras: porque apela a algo profundo, casi antropológico.

Pocos recuerdan que estudió Medicina y que era un apasionado de la anatomía humana, estudios que abandonó para cumplir con el servicio militar y más tarde dedicarse al diseño. Esa formación inicial explica en parte su obsesión por la caída de las telas, la proporción y la naturalidad del movimiento. Armani no diseñaba para maniquíes estáticos, sino para personas reales. Tal vez ahí reside su gran aporte: unir ciencia y arte, precisión y emoción.

Curiosamente, montó su empresa cuando ya tenía cuarenta años, en un sector donde se exalta la juventud precoz. Fue autónomo, escaparatista, ayudante de compras… y luego creador de un lenguaje propio. Ese recorrido le otorgó una empatía y un realismo que nunca abandonó. Mientras otros diseñadores jugaban a la provocación, Armani se concentró en la sutileza. En palabras suyas, “la elegancia es inteligencia y mesura”. Hoy algunos llaman a esto ‘lujo silencioso’. Él lo practicaba cuando nadie aún lo había bautizado.

Enamorado confeso de Milán —la ciudad que se lo dio todo—, este italiano universal vistió a las principales estrellas de Hollywood. Pero más allá del glamour siempre defendió valores clásicos: el esfuerzo, la lealtad, la autenticidad. Cate Blanchett lo describió como “un artesano del textil, un hombre leal, sabio y valiente”. Yo, desde mi oficio de psicoesteta, he sostenido que la belleza es expresión y que la imagen personal es cultura. Armani encarnó esa tesis de forma magistral.

En una sociedad que rinde culto a la mediocridad, él nos obligó a rendir culto a la inteligencia creativa, a la iniciativa y al esfuerzo. No fue un diseñador de estridencias ni un agitador mediático. Fue, ante todo, un perfeccionista. Su sastrería discreta enseñó que la verdadera elegancia no consiste en hacerse notar, sino en hacerse recordar. Ese es quizá su legado más profundo: demostrar que el estilo es elegancia, no extravagancia, y que la ropa puede ser un acto de respeto hacia uno mismo y hacia los demás.

Al despedir a Giorgio Armani despedimos también a una cierta idea de Europa: la que cree en el trabajo bien hecho, en la discreción como signo de clase, en la elegancia como virtud civilizadora. Su ejemplo debería inspirarnos a volver a valorar la inteligencia, la creatividad y el esfuerzo. Armani nos mostró que la moda puede ser mucho más que moda: puede ser cultura, puede ser un acto de amor al ser humano.

Cartas

Número de cartas: 48899

Número de cartas en Diciembre: 22

Tribunas

Número de tribunas: 2174

Número de tribunas en Diciembre: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador