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Indignados por el HUCA

26 de Febrero del 2011 - Sonia Álvarez y César Bardón (Oviedo)

Cuando una mujer se queda embarazada se enfrenta a un mundo nuevo, haciendo que el miedo formule muchas preguntas que el médico ha de responder. Pero, en lugar de una respuesta amable, te despachan con un simple es normal. Da la impresión de que no nos explican nada para que no molestemos y eso es indignante. Igual de indignante es que lleves a tu tocólogo un informe de urgencias y directamente lo pase por alto. Es inconcebible que una persona se acerque a pedir información sobre la amniocentesis y se la despache con una fotocopia en el pasillo del HUCA sin una mínima explicación. También lo es que el protocolo sea una mera recomendación y que aunque sean conscientes de los riesgos pasando la semana 40, no se apliquen las tecnologías existentes por ahorro de costes o vaya usted a saber por qué. Cuando ingresas nadie se presenta como tu médico, y allí todo va firmado por el mismo doctor, doctor a quien no se le ve pero que lo firma todo. Con ello consiguen que nadie se haga responsable y que pases de un médico a otro sin que ninguno se haga cargo de ti. El día 27 de febrero nuestra hija cumpliría dos años si no fuera porque todo aquello que era normal, en un momento fatídico dejó de serlo. En ese momento sí nos hacen una ecografía para certificar su fallecimiento. He de decir que la última ecografía que tenemos es de diciembre, a pesar de haber dos ecografías programadas en el protocolo a partir de la semana 40. En ese momento, cuando Enar ya no tenía latido, ven en la ecografía realizada que no había líquido amniótico. Y no será porque no se informó al médico de la pérdida de líquido. Por si esto fuera poco, mandan al padre a recoger la ropa de la habitación, y si acaso la pareja con la que la compartían le preguntaba cómo había ido todo, les dijera que todo perfecto porque tenía contracciones en su sexto mes de embarazo, para no ponerlos más nerviosos. A aquellas enfermeras no se les ocurrió pensar el dolor que eso supone, decir que todo ha ido bien cuando nuestra hija acababa de fallecer. Y el padre lo hizo por esa pareja. Hemos pedido esa última ecografía en vano. Hemos pedido las anotaciones de los médicos de esa noche y no hay nada escrito de lo que a nosotros nos dijeron aquella noche, viendo el monitor del ecógrafo por lo que se supone que todo fue normal. Muy fácil esquivar a dos padres rotos en ese momento. Y así sigue funcionando este mundo, unos médicos que se lavan las manos, dos padres rotos, y un número en una estadística. Para ellos rutina, mala suerte, para nosotros sólo dolor. No soy quién para hablar de negligencia, eso sólo lo puede decidir un juez, pero sí soy quién para decir que lo que pedí no lo tuve, que lo que más quería lo perdí y para mí, y mientras no demuestren lo contrario, no estuvieron a la altura de lo que nosotros esperábamos de ellos. Sin duda hicieron el peor de los trabajos. Desde aquí animo a todos los que sientan que no fueron bien atendidos a que lo hagan saber, que aunque ver la cara de su hijo les recompense por todo lo pasado, sigan pidiendo que se nos trate como nos merecemos.

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