El nuevo Estatuto de los Perezosos
Llega la era de la exigencia sin esfuerzo. Cuando quererlo todo y dar nada se convierte en norma laboral.
Resulta curioso que muchos de quienes jamás han trabajado sean los primeros en exigir reducciones de jornada para quienes sí lo hacen. Y no se detienen ahí: reclaman que también se les pague el desplazamiento de ida y vuelta al trabajo, citando como ejemplo a Suecia. Sin ir a Suecia, ya lo deberían de pagar las empresas si es por razones y obligaciones de las mismas.
Quieren un salario fijo, pero únicamente mientras tengan la voluntad de "currar".
Exigen meses de permisos de maternidad y paternidad, aun cuando en su mayoría no tienen hijos. ¿Cómo, entonces, sobrevivieron quienes mantenían familias numerosas sin tales ventajas? Creo que fueron unos héroes.
La lista es interminable: permisos para colegios, enfermedades, trámites administrativos... y, por si fuera poco, la exigencia de que ni empresario ni compañeros osen interrumpirlos fuera de horario. Lo llaman "desconexión digital". A este paso, habría que rebautizar nuestro marco laboral como Estatuto de los Perezosos.
En resumen: quieren, quieren y quieren. Dar, poco.
Mejor os pagamos un sueldito en condiciones mientras descubrís qué significa la motivación y las ganas de currar. Lo vuestro es vegetar hasta que se jubilen papá y mamá, vivirles la mitad de la vida y luego repartir sus pensiones y posesiones como si fueran buffet libre. Vagos es poco: sois atletas olímpicos del descanso y campeones del descaro.
Conviene, no obstante, matizar. No todos encajan en este retrato. Como en toda época, también hoy hay jóvenes preparados, profesionales de excelencia y emprendedores con hambre de crecer y transformar. A ellos, mi respeto y reconocimiento. Mi crítica va dirigida, más bien, a esas políticas de pereza institucionalizada que acaban contagiando desgana a cualquiera.
Porque el tiempo libre, sin una economía que lo respalde, se convierte en tiempo muerto. Un mirar para la luna. Pobres, pero como en Cuba. No hablamos solo de jornadas o beneficios laborales -aunque también cuente-, sino de algo mucho más serio: empleo estable y salarios dignos. El ocio solo tiene sentido cuando va acompañado de recursos que permitan vivir con tranquilidad. De eso no hablan ni sindicatos ni políticos que se dicen progresistas. Eso lo reservan para ellos.
Y a todos, solo recordarles una verdad tan sencilla como olvidada: gratis, lo que se dice gratis, solo fueron, son y serán papá y mamá. Y, con suerte, algún verso suelto acompañado de educación y gratitud.
Un saludo.
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