Entre Gaza y Vergara
"Israel tendría que solucionar lo de Hamás como solucionó España lo de ETA: sin bombardear Bilbao ni San Sebastián". Esta iluminadora propuesta es una contribución progre a la estrategia llamada de "simulación de modelos". Solo tiene un punto débil: para que la solución de un caso sea aplicable a otro, los dos casos tienen que ser equiparables. Es arriesgado prescribir la misma receta para dolencias distintas.
¿Son ETA y Hamás equiparables? ETA fue una organización terrorista cuyas células se dispersaban, como una metástasis cancerosa, del sur de Francia al sur de España; mataban de sur a sur; a esas células letales les llamaban comandos. Hamás es un ejército de milicianos que sustrajo la franja de Gaza a la Autoridad Palestina y la gobierna en régimen de dictadura militar.
Imaginemos a ETA como los etarras la soñaban, apoderándose del País Vasco y gobernándolo en régimen de dictadura militar marxista: "La Albania del Norte". Imaginemos que una amanecida de octubre irrumpen en territorio de sus vecinos del Sur, dejando un reguero de destrucción y de muerte.
1139 muertos, 251 secuestrados y 3400 heridos son las víctimas israelíes de Hamás el infausto 7 de octubre. Dado que Israel no llega a los 10 millones de habitantes y España tiene unos 50, para que los daños reales de Hamás y los de ETA, en esta "simulación", fueran equiparables, habría que multiplicar por 5 los de Hamás: 5695 muertos, 1255 secuestrados, 17000 heridos. Un casus belli muy claro. Cualquier gobierno conservador enviaría una expedición militar de castigo que no se retiraría sin haber rescatado al último rehén y sin dejar muerto, desarmado o fugitivo al último etarra. Las derechas son así.
Pero no hay mal que por bien no venga: la izquierda en la oposición culparía al Gobierno del desastre: "Con su inmovilismo han exasperado a los etarras". Ganaría las elecciones, enviaría un Cerdán a Vitoria como embajador permanente. Y cuando el Cerdán fuera llamado a Alcalá Meco para animar un club de lectura, lo sustituiría, como embajadora itinerante, Yolanda Díaz que sería muy aplaudida proclamando en la Plaza de los Fueros: "El Estado Español, de Covadonga a Gibraltar, al mar". Los flecos los iría arreglando Zapatero con un secretario lapón o usted vaya a saber.
Last but not least, la amnistía coronaría el pastel. Los progres ilustrados (valga la redundancia) evocarían el Pacto de Vergara y el abrazo de Maroto y Espartero. Solo que con el caballo castrado (nada es perfecto). Hay que remar conta corriente para no verse envuelto en la trama de sofismas y embustes con que van tejiendo la historia; ahora le llaman relato.
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