Discriminación por razones de edad
En el diario EL PAIS de ayer leí que el anteproyecto de ley de reforma de las pensiones estaba listo para iniciar su tramitación parlamentaria. Inicialmente, se había barajado la posibilidad de que a los becarios se les pudiese computar dos años de vida laboral a efectos del cálculo final del período para cobrar una jubilación. Sin embargo, cual será mi incredulidad cuando para poder incorporar esos dos años a tu vida laboral tienes que tener no más de 32 años a la hora de entrada en vigor de la ley. No se a quien se quiere engañar o tomar el pelo. Afortunadamente, en estos últimos años los becarios de 32 o menos años han podido cotizar a la Seguridad Social, ya que las becas o contratos predoctorales actuales incorporan la cotización a la Seguridad Social. El problema no lo tiene ahora mismo este colectivo de becarios menores de 32 años, cuyos problemas son otros derivados de deficiente mercado laboral, sino el gran número de los que fuimos becarios y que ahora tenemos entre 35 y 50 años y que no tuvimos esa oportunidad. Incluso alguno, como en mi caso, que estuvimos 8 años o más con becas, entrando en el mercado laboral después de los 35 años. Me parece un agravio comparativo y una clara discriminación por edad que probablemente esté vulnerando los principios constitucionales, tan recordados estos días con la celebración del fallido intento de golpe de estado del 23 de febrero. Creo que los derechos son para todos o para ninguno, pero no se puede legislar para engañar a la opinión pública con este regalo que lo que provoca es un escozor en los fuimos y seguimos siendo sufridores de la política de I+D+I de este país que, perdón por la expresión, en investigación se puede considerar bananero o de tercer nivel.
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