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Barbón, da un paso adelante y apoya públicamente a Israel

29 de Septiembre del 2025 - Luis Granda Ayuso (Gijón)

No entiendo por qué la izquierda española apoya a Palestina. Y, como no lo entiendo, voy a tratar de entenderlo analizando el conflicto desde el principio.

En 1948, Israel (país creado en parte para dar refugio a los millones de judíos desplazados en Europa) ganó una guerra a Egipto, Irak, Líbano, Siria y Jordania, grupo de países que en su gran mayoría eran, y siguen siendo en algún caso, regímenes autoritarios corruptos donde, por ejemplo, la mujer no votaba por el mero hecho de ser mujer, cosa que ya en Israel desde su fundación sí se les permitía. Por ejemplo, el caso de Golda Meir es ilustrativo de la realidad que se vivía en aquellos años y la gran diferencia de sociedades entre Israel por un lado y Egipto, Siria, Irak, Líbano y Jordania por el otro.

Además, Israel se creó con el respaldo de la Unión Soviética en la ONU. De hecho, lograron ganar la guerra de 1948 gracias al envío de aviones y armamento soviético. En el bando opuesto se situó Estados Unidos, que en ese momento impuso a Israel un embargo de armas con la intención de paliar el conflicto.

Desde luego podemos afirmar que Israel representaba en aquel momento las aspiraciones de orden, igualdad y progreso socialista de la URSS de aquella época. El trabajo agrícola que se realizaba en las khibuts judías recordaba mucho el proyecto marxista de independencia comunista mediante trabajo colectivo. Lo que hoy en día se entiende a nivel ideológico como la izquierda de la izquierda española, parte del actual gobierno asturiano. Ese fue el comienzo de la historia de Israel.

Y llegados a este punto de la historia os preguntaréis, ¿y cuándo cambió Israel de aliados? Pues como todo en la historia de Israel, a través de las guerras que le fueron imponiendo sus vecinos.

Después del conflicto en la fundación del país, Egipto en 1967 vuelve a declarar la guerra a Israel mediante el bloqueo del estrecho de Tirán después de años de hostilidades y con la ya famosa frase de "borrar a Israel del mapa". En tan solo seis días vuelven a ganar los israelíes, pero esta vez el apoyo mayoritario lo reciben de Francia, los cuales estaban interesados en debilitar a Egipto por su conexión y apoyo a las revueltas argelinas.

La siguiente guerra llegó en 1973 y esta vez fue un ataque terrestre coordinado entre Egipto y Siria. Esta vez sí, Israel contó con el apoyo de Estados Unidos, y en los años 70 para los americanos el motivo era claro: buscaban un aliado confiable en esa zona para controlar a los países recientemente alineados con la URSS, ya que los soviéticos habían dejado de lado a Israel por haberse acercado a Francia.

De forma muy resumida, esa es la historia por la cual Israel cambió de aliados, pasando de la Unión Soviética a los Estados Unidos, demostrando así cierta independencia y poder de elección de bando en función de sus intereses propios.

El apoyo de Estados Unidos a Israel en los años 70 claramente condicionó la opinión pública española en unos años de fuertes cambios en nuestro país. Hoy en día, la izquierda en España apoya a Palestina en gran parte a consecuencia de esa herencia cultural que dejó el refundado PSOE (financiado por Alemania), una cultura pacifista y antiimperialista en contra de la OTAN que duró no más de 4 años, hasta que en 1986 el Gobierno español finalmente cedió. Aún así, ese discurso caló y desde entonces la izquierda ve a Israel como un país que conquista territorios a través de guerras que no provocan ellos.

De hecho, en derecho internacional existe un eterno debate sobre si esas conquistas entran dentro de la legítima defensa o no. En el caso de Israel, siempre dejaron claro que las invasiones que realizaban tras las guerras eran para preservar la paz dentro de sus fronteras originales. Un claro ejemplo de esto es la retirada del Sinaí de 1979 tras los acuerdos de paz con Egipto. Israel, a cambio de que Egipto le reconociese como país soberano, cedió parte del territorio que había ocupado.

En mi opinión, este tipo de acuerdos no los firmaría un país imperialista o colonizador. Los firma un país que lo único que quiere es que respeten sus fronteras y que no le declaren guerras constantemente.

Dicho esto, me sigue costando entender que un pacifista como Adrián Barbón ondee la bandera de Palestina como si fuese un símbolo de paz.

Me cuesta mucho entender que un socialdemócrata occidental prefiera vivir en Teherán a vivir en Tel Aviv.

También me cuesta creer que lo que de verdad le importa al ciudadano corriente que se manifiesta en la calle en contra de este conflicto sea la cantidad de familias desplazadas y el gran número de muertos. No lo creo porque solo hablan de los cientos de miles de desplazados y refugiados por la partición de Palestina en 1947, pero nadie se manifiesta por los 2 millones de muertos y 16 millones de desplazados que provocó la partición de India y Pakistán exactamente por los mismos motivos que la de Palestina y en el mismo año.

Tampoco veo a la izquierda ahora mismo ondear la bandera ucraniana, en cuya guerra se han sufrido muchísimas más muertes que en la gazatí.

Por todas estas cuestiones, estoy convencido de que Adrián Barbón podría ser el líder capaz de generar un cambio real en la opinión de los votantes socialistas y en la sociedad española en general. Como pacifista comprometido, no puede dejarse llevar por un pensamiento antiguo y tergiversado que pretende dibujar a Palestina como un supuesto país independiente y gobernado democráticamente.

Es hora de asumir la realidad: reconocer que Israel se defiende de ataques constantes desde su fundación y que en Gaza los grupos armados se atrincheran entre la población civil, usando hospitales y escuelas como escudos para provocar víctimas masivas si son atacados.

Es tan sencillo como entender que, si Hamás hubiese liberado a los rehenes, no habría estallado la guerra en la magnitud que lo está haciendo actualmente.

Desde luego, no existen soluciones mágicas a las guerras. Todos los pueblos y estados tienen intereses propios, y es ingenuo pensar lo contrario. Lo que sí podemos y debemos analizar es cuáles son capaces de ofrecer a sus ciudadanos mejores condiciones de vida, seguridad, prosperidad y un mínimo de riqueza material, sin coartar ni limitar su capacidad de desarrollarse y prosperar individualmente.

Hagan esa reflexión y colóquense del lado del modelo de sociedad en el que realmente les gustaría vivir, y valoren con claridad quién protege mejor a su población frente a la violencia y la inseguridad.

Si Adrián Barbón hiciese esa reflexión, estoy convencido de que apoyaría públicamente a Israel.

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