Que alguien pare la locura de la Ley de Vivienda en Asturias
Estimado asturiano, por si acaso no lo sabe -y si es así, no se preocupe, que ya le informo yo- el Gobierno del Principado va camino de aplicar a nivel regional una de las normas que bien podría rivalizar con otras ocurrencias de corte marxista -como fue la mal llamada Ley del 'solo sí es sí'- como la ley con peores consecuencias de la historia de la democracia en España.
Casi tres años después de la entrada en vigor de la Ley de Vivienda (y de aquella campaña en la que Sánchez se paseo por España anunciando casas como quien saca conejos de la chistera), el mercado del alquiler en España completamente roto. Hay menos viviendas disponibles, los precios han tocado techo en la practica totalidad de las capitales de provincia y la competencia entre inquilinos no puede ser más feroz. Es decir, y para que todos aquí nos entendamos: la intención y falsa promesa de mejorar el acceso a la vivienda no solo no se ha cumplido, sino que la Ley ha agravado el problema para miles de familias y jóvenes que buscan un hogar.
Tal es la aberración de este texto -créanme cuando les digo que es obsceno- que instituciones sumamente sospechosas de ser fachosféricas, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), han alertado abiertamente sobre la Ley de Vivienda y sus consecuencias. Que oigan, por si esto les pareciera poco -o les queda muy lejos Europa-, les recuerdo a los asturianos que la ministra de Vivienda es la titular peor valorada del Gobierno, con 1,7 puntos.
La única buena noticia desde que se aprobó la Ley de Vivienda es que, afortunadamente, no todas las comunidades autónomas decidieron aplicarla. Como las competencias están delegadas, algunas se salvaron del desastre. Otras, en cambio, se lanzaron de cabeza al experimento, con resultados que rozan lo cómico. Cataluña, por ejemplo, se ha convertido en el paraíso de la vivienda en España -o eso dirían los defensores de la intervención.
La realidad, sin embargo, es otra: por provincias, Barcelona es la que más acusa la caída de la oferta en todo el territorio nacional, y por ende, la que más acusa la subida de los precios. La presión en la Ciudad Condal y sus municipios colindantes ha alcanzado cifras históricas. Por cada vivienda que sale al mercado en Barcelona se interesan una media de 362 personas en apenas diez días. Un récord nacional. El paraíso del inquilino (o del okupa). Y no es un caso aislado: en solo un trimestre, Tarragona pasó de 21 a 99 interesados por vivienda, Girona de 25 a 66, y Lleida de 20 a 49. Si esto es lo que entienden por mejorar el acceso a la vivienda, que alguien les regale un manual de economía básica.
Si con este panorama Asturias decide acatar todas las disposiciones de la Ley de Vivienda lo que deberían correr no son los titulares, sino las dimisiones en el Ejecutivo de Adrián Barbón. Porque si después de ver cómo ha funcionado -o más bien, cómo ha fracasado- esta norma en otras comunidades, el Principado insiste en seguir ese camino, entonces la moderación que tanto se predica parece quedar aparcada cuando se trata de un asunto tan crucial para los jóvenes asturianos. ¿De verdad creen que intervenir el mercado con medidas propias de regímenes marxistas es la solución? ¿O simplemente buscan titulares fáciles mientras el problema se enquista?
A lo largo de mi trayectoria profesional, portales inmobiliarios y empresas han reconocido y premiado análisis en los que he defendido, con datos y argumentos, que el problema del acceso a la vivienda no se soluciona interviniendo precios ni limitando rentas. Porque no, topar el alquiler no es la solución. Lo que sí lo es -y lo he dicho en más de una ocasión- es liberar suelo, fomentar la construcción industrializada (con las grandes empresas que hay en Asturias) y ampliar el parque público de vivienda.
Por eso, tiendo la mano a los dos grandes partidos constitucionalistas de Asturias para que, más allá de ideologías, encontremos una solución seria, eficaz y realista que frene esta locura antes de que sea demasiado tarde. Y, por supuesto, me tienen a su entera disposición para contribuir a ese debate con rigor, experiencia y voluntad de acuerdo. No al marxismo inmobiliario, no a la Ley de Vivienda.
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