En el Día Internacional de las Personas Mayores
España envejece, y Asturias va en cabeza. Un dato que debería hacernos reflexionar no solo porque condiciona la demografía, sino porque cambia la vida de miles de personas. Tres de cada diez asturianos tienen más de 65 años y, en pocas décadas, el índice de envejecimiento seguirá aumentando. En España, uno de cada cinco ciudadanos ya ha pasado esa frontera. Vivimos más, pero no siempre mejor.
El problema no es solo la edad, sino lo que hacemos con ella como sociedad. Muchos mayores sienten que se les aparta, que pasan de ser ciudadanos de pleno derecho a convertirse en estorbos. En la banca, casi todo es digital y apenas hay ventanillas disponibles. En la sanidad, algunos tratamientos o cirugías parecen “reservados” a los más jóvenes. El mensaje implícito es cruel: “Ya no compensa invertir en usted”. No es una conspiración, es un sesgo.
La realidad es otra. Tener más edad no significa ser un desecho. Significa haber acumulado experiencia, relato, resiliencia y perspectiva. Significa haber construido este país con esfuerzo, y seguir teniendo vida por delante. Porque nuestros mayores no solo han vivido mucho: todavía tienen mucho que aportar.
Por ello me atrevo a dar un giro a este discurso: No se trata únicamente de señalar problemas, sino de poner en valor lo que sí tenemos. Y lo que tenemos son mayores con grandes capacidades. Personas que, con el apoyo adecuado, pueden seguir siendo autónomas, activas y plenas. La ciencia lo confirma: incluso a los 70 u 80 años, el cuerpo responde al movimiento, al ejercicio, a la fuerza. No hablamos de correr maratones, sino de algo más básico y poderoso: mantener la independencia. Subir unas escaleras, cargar una bolsa, dormir sin dolor.
Tal vez quien me lee se reconozca en este retrato. Puede que lleve años conviviendo con dolores cronificados, siempre dejando su cuidado para otro momento. Quizá forme parte de esa generación intermedia que yo llamo los Setenter: quienes rondan los sesenta y tantos, que no se sienten viejos pero tampoco jóvenes. Los que cuidan de sus padres muy longevos y, al mismo tiempo, de sus nietos. Una generación atrapada entre obligaciones familiares y laborales, con valores de compromiso grabados a fuego y una sensación constante de no llegar a todo.
La ciencia lo confirma: incluso a los 70 u 80 años, el cuerpo responde al movimiento, al ejercicio, a la fuerza
Sé bien lo que eso significa, porque lo veo en consulta cada semana. Superhéroes con cuerpos capaces pero sin entrenar. Mentes que cargan culpas y remordimientos por no poder con todo. Corazones que desean dedicarse tiempo, pero se sienten egoístas al hacerlo. Y, sin embargo, cuidarse no es un capricho. Es una necesidad. Si tú caes, todo lo que sostienes se tambalea.
La buena noticia es que siempre se puede empezar. En Menssana lo comprobamos cada día con programas como MYpilates o VitalFIT, pensados para recuperar movilidad, ganar fuerza y devolver la confianza en el cuerpo. No importa la edad: lo que cuenta es la decisión de ponerse en marcha. Porque un cuerpo fuerte sostiene una mente sana, y juntos alimentan un espíritu vivaz que no entiende de calendarios.
No estás solo en este camino. Tenemos espacios y asociaciones como MdE Mujeres de Empresa, que ofrecen visibilidad y voz a profesionales y empresarias asturianas de esa generación Setenter que aún tienen mucho que decir. Existen comunidades donde los deseos son escuchados, los problemas compartidos y las soluciones construidas en unión.
El 1 de octubre, Día Internacional de las Personas Mayores, mi brindis es claro: no celebramos cifras, celebramos vidas. Asturias puede ser la región más envejecida… o la más sabia. Depende de cómo tratemos a quienes ya lo han dado todo y sólo necesitan ESCUCHA Y RESPETO.
Así que... a quienes leen estas líneas: no dejéis que la edad decida por vosotros. Elegid mover vuestro cuerpo, afilar vuestra mente y encender vuestro espíritu. Porque mayores, sí. Invisibles, jamás.
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