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Quieren darle la estocada a la sanidad pública

4 de Octubre del 2025 - José Viñas García (Oviedo)

Suenan tambores de guerra en la sanidad pública, y parece que todo se encamina a darle la estocada final. Antes de nada, quiero dejar clara mi admiración y respeto hacia la profesión médica y de enfermería. Ahora bien, cuando leo lemas como "soy médico especialista y no un sanitario" o "sin médicos no hay sanidad", me suenan a elitismo y ego desmedido. Sobre todo cuando los pacientes no son atendidos a tiempo.

Desde los propios sindicatos médicos hemos escuchado que el sistema sanitario público está colapsado, incluso que ha fracasado. Y ojo: una empresa que fracasa, se cierra. Si no cumple su cometido, no se puede mantener solo para atender con rapidez a sanitarios y familiares. Porque, siendo sinceros, cuesta creer que ustedes sufran las mismas listas de espera delictivas que soportamos los demás. Y si fuera así, todavía más insoportable resultaría.

Se reúnen Administración y sindicatos de profesionales -sí, sanitarios-, pero se olvidan de lo más importante: los usuarios, los enfermos y sus familias. Aunque ustedes también enfermen, la impresión es que se lo guisan y se lo comen entre pocos, sin contar con quienes esperan y desesperan. La sanidad pública solo tiene sentido por y para los enfermos. Todo lo demás, incluidos ustedes, está en segundo plano. Y si la atención llega tarde, el sistema pierde su razón de ser.

Conviene recordar que todas las profesiones tienen horarios, responsabilidades y consecuencias. Un conductor de autobús, un mecánico que monta unos frenos, un piloto, un cocinero, un arquitecto, un electricista o un técnico de ascensores... todos ponen vidas en riesgo si fallan. Y ninguno se proclama el ombligo del mundo. Ustedes tampoco deberían hacerlo, menos aún cuando reconocen que el sistema ha fracasado. Porque, repito: cualquier empresa que fracasa, se cierra.

Les contaré la historia de "uno cualquiera": llama a su médico de cabecera, consigue cita telefónica diez días después, le derivan al especialista y la espera es de meses. Luego, más meses para pruebas -colonoscopias, resonancias- y cuando llega el diagnóstico, si era grave, ya es tarde: muerto o insalvable. Si aún tiene remedio, otra espera interminable para la operación, sumando meses de dolor y angustia. ¿Qué opción queda? Ir a la privada. Allí, cita, pruebas, diagnóstico y tratamiento en el mismo día o en pocos más. Eso sí, pagando un dineral que la mayoría no puede permitirse. Y lo más infumable: muchas veces con el mismo especialista que debería atenderlo en la pública. Algo no cuadra. Así no.

Aquí ya no se trata de buscar culpables, aunque los hay. La realidad es que entre todos la matamos y ella sola se muere sin remedio.

No hay duda: al buen profesional hay que pagarle como merece. Pero al acomodado o negligente, tratarle como en cualquier empresa privada: con consecuencias, incluido el despido. Porque los errores humanos se perdonan, pero la negligencia se paga.

Y sobre los responsables políticos, tampoco hay duda: todo lo que tocan lo destrozan.

O alguien pone pie en pared o este sistema público, del que tantos españoles nos sentimos orgullosos, se irá al garete. Y lo perderemos todos.

Nota final: respecto a las reivindicaciones y negociaciones salariales y horarias, no deberían convertirse en obstáculo para atrofiar aún más el sistema con huelgas. ¿Para qué están tantos liberados de tantos sindicatos como tienen ustedes? Incluso sin ellos, se entiende que profesionales de su nivel deberían poder negociar con administraciones, gerencias y direcciones. Dice poco de ustedes y de sus representantes que para solucionar algo solo sepan empeorarlo.

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