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Juventud sin respeto, sociedad sin futuro

6 de Octubre del 2025 - José Viñas García (OVIEDO)

"José, viejito, para lo que te queda en este mundo, ¿por qué defiendes el genocidio?". Lo de menos es si tenía razón con lo del genocidio, que no la tenía. Estoy en contra de todo genocidio, terrorismo y cualquier abuso de poder o fuerza.

Eso me escribió alguien en redes sociales. Un joven de 32 años que en su perfil presumía de ser asesor jurídico y defensor de causas nobles como los derechos LGTBI. Pero a mí, y con ello a todos los mayores, solo me dedicó desprecio.

Lo irónico es que no me conoce. No sabe mi edad, nunca ha visto una foto mía. Solo porque a veces digo que he vivido mucho, que he visto mucho. Y sí, lo he hecho: he vivido muchos años.

Ese comentario es el reflejo de un mal creciente en parte de la juventud actual: el desprecio hacia la vejez. Una palabra dura, pero exacta: desprecio.

Yo le respondí: "Si crees que serás joven para siempre, si esa es la educación que recibiste, si desprecias la edad, no me desprecias a mí. Estás despreciando a tu padre, a tu madre, a tus abuelos. Porque quien hoy es joven, mañana -si tiene suerte- será viejo. Y quien desprecia a sus mayores destruye el puente que, tarde o temprano, tendrá que cruzar".

Una sociedad que se deshumaniza:

El problema, sin embargo, va más allá de un insulto en internet. Vivimos en una sociedad donde la vida humana parece valer cada vez menos.

Se facilita impedir nacer con el aborto libre.

Se facilita morir con la eutanasia.

Y se ignora el drama silencioso del suicidio.

El aborto sin límites no es "un derecho": es la eliminación deliberada de un ser humano en formación. No es "el cuerpo de la madre", es un organismo distinto, con identidad genética propia, cuya vida se interrumpe voluntariamente. Negar este hecho es negar la dignidad intrínseca de todo ser humano. Lo peor, ese lema de "es mí cuerpo y yo decido" está arraigando entre las mujeres jóvenes y toda la sociedad, cuando es tremendo disparate. La prueba es que parten de las mismas personas que decidieron que destruir un huevo de golondrina es un delito. Como ven, delirio es poco.

Recuerdo haber visto en una manifestación a una mujer con su hija pequeña de la mano, llevando una pancarta que decía: "Quiero que mi hija tenga el derecho a abortar que yo no tuve". Yo solo hubiera dicho a esa niña: "Tu madre te engaña. Si hubiera tenido ese derecho, hoy tú no estarías aquí caminando a su lado".

No hablo desde la religión ni desde una ideología concreta. Hablo desde el sentido común.

Hijos sin esfuerzo, padres sin autoridad: Hemos educado mal a nuestros hijos. Quisimos darles todo lo que nosotros no tuvimos, sin exigirles esfuerzo. El resultado es visible: muchos adultos de entre 30 y 50 años ocupan hoy puestos de poder sin haber trabajado de verdad en su vida. Eso sí, rodeados de títulos, másteres, doctorados y diplomas... todos costeados por papá y mamá.

¿Qué podía salir de ahí? Lo que estamos viendo:

Sin valores.

Sin disciplina.

Sin respeto.

Sin compromiso.

La cosecha era previsible.

La destrucción de lo construido: Lo más grave no es solo la falta de respeto, sino la deriva ideológica de muchos de estos dirigentes. Han comenzado a desmontar lo que generaciones anteriores levantaron con esfuerzo y sacrificio:

Democracia,

Estado de derecho,

Estado del bienestar,

igualdad ante la ley,

libertades,

respeto a la palabra dada,

honradez, lealtad y compromiso.

Todo eso que dio dignidad a nuestra sociedad.

Hoy dominan otras cosas: manipulación, egolatría, arribismo, intereses personales, incapacidad para aceptar la derrota. Muchos están enquistados en partidos extremistas, independentistas, entornos cercanos al terrorismo, o se aferran al filón del ecologismo, el animalismo, el feminismo radical, el transgenerismo o el sanchismo. Distintas etiquetas, sí, pero un mismo denominador: la indecencia del poder por el poder sin mérito alguno.

Y aquí está mi mayor temor: cuando pierdan en las urnas, no sabrán aceptar la derrota. Ojalá me equivoque. Nunca celebraría tanto estar equivocado. Pero mi impresión es que no será fácil relegarlos al lugar que les corresponde.

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