Cuando el trabajo te rompe por dentro: Día Internacional de la Salud Mental
El 10 de octubre nos recuerda algo incómodo pero cierto: existen diversas circunstancias de la vida que erosionan la salud mental y si no hay prevención ni cuidado, pueden aparecer trastornos de salud mental, ideación suicida y, en los casos más extremos, el suicidio. No es alarmismo. Es responsabilidad. Y debe ser responsabilidad colectiva.
En 2024, en España, se registraron 3.846 muertes por suicidio y fue la segunda causa de muerte por causas externas. Son datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística.
El ámbito de la empresa, que es el ámbito de mi especialidad dentro de la Psicología y a donde hoy quiero atraer la mirada, no está exento de esta realidad. Veo cada día a profesionales brillantes y entregados que empiezan a desconectarse por dentro: cargas de trabajo imposibles, objetivos movedizos y ambiguos, falta de control real e indefensión aprendida sobre su trabajo, inseguridad laboral, trato hostil o directamente acoso. No son solo «problemas individuales», son factores del contexto que conocemos bien desde la evidencia en salud laboral –desde los factores sociales, económicos, políticos pasando por culturas organizacionales de alto control y que generan gran inseguridad, exigencias emocionales continuas hasta llegar a casos de violencia y acoso– y que deterioran severamente la salud mental. En algunos casos y con mayor incidencia en algunas profesiones, las tasas de suicidio se disparan de una forma alarmante.
Además, los organismos internacionales llevan años subrayándolo: desempleo de larga duración, inseguridad laboral y financiera y pérdida reciente del empleo aumentan el riesgo de intento de suicidio. La prevención, en palabras de la Organización Mundial de la Salud, exige mirar más allá de la persona y actuar sobre el diseño del trabajo.
Desempleo de larga duración, inseguridad laboral y financiera y pérdida reciente del empleo aumentan el riesgo de intento de suicidio
Desde mi práctica, y de cara a la prevención y cuidado de la salud mental en la empresa, propongo un marco sencillo pero exigente:
1. Liderazgo que protege. Define cargas y prioridades realistas, da feedback claro, garantiza descansos, desconexión real y autonomía. La sensación de inseguridad sostenida es tóxica.
2. Seguridad psicológica diaria, que pasa por cuidar la forma en la que nos comunicamos. Pon el respeto por encima de absolutamente todo. Pregunta «¿cómo estás?» y escucha de verdad; actúa ante microagresiones y rumores; implementa tolerancia cero al acoso con protocolos claros y públicos.
3. Diseño del trabajo con sentido. Roles definidos, expectativas medibles, posibilidad de aprender y decidir cómo hacer el trabajo.
4. Redes y protocolos. Derivaciones claras, formación a mandos, y difusión de recursos de prevención y cuidado oficiales.
Si eres líder, tu responsabilidad va más allá de tus objetivos empresariales: la prevención y el cuidado de la salud mental también empiezan en la forma en la que se diseña y se organiza el trabajo. Si eres compañero, no infravalores el poder de hablar abiertamente sobre el malestar y acompañar. Y si eres tú quien está sufriendo, no estás solo/a: pedir ayuda es un acto de valentía.
Este Día Mundial de la Salud Mental te propongo un compromiso sencillo y concreto: hoy revisa una carga, ordena una prioridad, frena una reunión que sobra, reconoce un esfuerzo o abre una conversación honesta. La prevención y el cuidado de la salud mental no es, ni puede ser, un eslogan. Y no puede serlo para ninguno de los agentes. Ha de ser la suma de decisiones y acciones diarias que devuelven seguridad, dignidad y esperanza al ser humano.
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