Viva la Vida
Y fue un doce de octubre cuando Unamuno en el "día de la raza" que los golpistas franquistas acababan de proclamar...
Según Gerardo Pisarello: "Unamuno pudo haber utilizado aquella intervención pública para congraciarse con Franco y dar la espalda a las víctimas de la represión que le pedían que intercediera por ellas. No lo hizo. Tras escuchar las peroratas patrioteras de los oradores que le precedieron en el uso de la palabra, no pudo contenerse. Censuró los desaforados ataques que estos profirieron contra catalanes y vascos. Cuestionó la defensa arrogante de lo que sus interlocutores llamaban la Conquista de América. Y lo decisivo: desafió al general José Millán-Astray, criminal de guerra en Filipinas, con un elogio encendido de Rizal, el patriota filipino, a quien Astray había ordenado fusilar y por quien Unamuno sentía un gran aprecio."
En la Universidad de Salamanca de la que era rector y aunque prudentemente no tenía pensado hablar delante de los golpistas franquistas y de la propia esposa del dictador, no se pudo aguantar ante las palabras del militar Millán Astray rodeado de sus legionarios con metralleta... "muera la inteligencia viva la muerte"... quien interrumpió a Unamuno mientras trataba de decir, y don Miguel dejó dicho para siempre:
«Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil (...) Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión. Se ha hablado también de catalanes y vascos, llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis...».
«Acabo de oír el grito necrófilo e insensato de '¡viva la muerte!'. Esto me suena lo mismo que, ¡muera la vida!'. Y yo, que he pasado toda la vida creando paradojas que provocaron el enojo de quienes no las comprendieron, he de deciros, con autoridad en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Puesto que fue proclamada en homenaje al último orador, entiendo que fue dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. ¡Y otra cosa! El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma.
Desgraciadamente, hay hoy en día demasiados inválidos. Y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología de las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como dije, que carezca de esa superioridad de espíritu suele sentirse aliviado viendo cómo aumenta el número de mutilados alrededor de él (...) El general Millán Astray quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada...»
«¡Este es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España».
La prensa silenció el conflicto y las palabras no quedaron registradas por los micrófonos, pero las consecuencias inmediatas evidencian lo ocurrido.
Se le recibe de manera hostil en el Casino, del que era presidente honorario. Se le destituye de concejal y se anula su nombramiento como alcalde honorario del Ayuntamiento. El claustro de su Universidad le retira su confianza como rector y el general Franco firma el decreto por el que se le cesa como rector vitalicio y se le expulsa de su cátedra.
Bajo prisión domiciliaria ("No es que esté oficialmente confinado en ella pero sí con un policía -¡pobre esclavo!- a la puerta que me sigue a donde vaya, a cierta distancia. La cosa es que no me vaya de Salamanca, donde se me retiene como rehén no sé de qué ni para qué. Y así no salgo de casa", moría a las pocas semanas el 31 de diciembre. (Y sobre si fue "muerte natural o crimen de estado", hay libros y opiniones para el debate. "Pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí en mi casa").
¡Viva la inteligencia!
¡Viva la Vida!
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

