Trabajo saludable y trabajo patógeno
Están ya lejanas aquellas épocas en que trabajar se consideraba un castigo, entre otras razones por su nombre, pues la etimología de la palabra trabajo nos lleva a encontrar en castellano, a partir del s. XIV, los términos laborar, obrar, derivados del latín vulgar tripaliare, que significaba torturar, pues provenía del tripalium, un instrumento de suplicio similar a un cepo. Y todavía quedan restos de esta realidad en latitudes y sociedades del castigado Tercer Mundo o en ambientes marginales de países desarrollados. Pero, por fortuna para la mayor parte de los miembros de nuestra sociedad actual, la labor profesional, la ocupación responsable y remunerada, es un deseo y un derecho que todos buscamos con ahínco.
El trabajo es una fuente de desarrollo personal y social, facilita la madurez psicológica, obtiene beneficios materiales necesarios para mantenerse y adquirir propiedades, es cauce de relaciones interpersonales, de servicio a los demás e incluso, si se quiere ver así con perspectiva trascendente, es la “co-laboración” del hombre con Dios en la co-creación material y espiritual del mundo. Es, pues, un caudal enriquecedor y satisfactorio que lógicamente anhelamos y deseamos para todos.
Precisamente por eso, su ausencia o el temor de perderlo, es ya la causa del primer desasosiego que amenaza la existencia. Por otro lado, una excesiva devoción a trabajar, derivada casi siempre de trastornos obsesivos, de personalidades ansiosas, es también motivo de problemas de salud psíquica y física a través de mecanismos complejos que forman parte de lo que se denomina estrés, término que el Diccionario de la Real Academia define el como “Situación de un individuo vivo, o de alguno de sus órganos o aparatos, que por exigir de ellos un rendimiento muy superior al normal, los pone en riesgo próximo de enfermar”.
Sumario: La labor profesional
Destacado: El acoso institucional es, como indica su nombre, la persecución insidiosa a que algunas personas se ven sometidas por compañeros, por razones de envidias, revanchas, celos o políticas de organigrama laboral inhumano
La obsesión por el trabajo, algunas veces presente por pura ambición y otras por las razones psicológicas, es en sí mismo un trastorno psicopatológico pues, con palabras de Medard Boss, un clásico de la psiquiatría: “La angustia del pánico y el sentido de culpabilidad más profundos son consecuencia de un vago darse cuenta de que uno se ha precipitado en un abismo sin fondo. Por eso el aburrimiento que corroe la existencia de los neuróticos contemporáneos se refugia a menudo en el estruendo ensordecedor de una actividad paroxística sin tregua”. Este exceso patológico y habitual de productividad también puede dañar a las personas del entorno, con alteraciones psíquicas reactivas.
Otras veces son las propias malas condiciones de trabajo las que condicionan una patología determinada: el abuso de superiores o compañeros, los turnos mal estructurados, la angustia que crea la inseguridad en el ambiente de trabajo, la exigencia de productividad excesiva, etc. Un sinfín de factores materiales o psicológicos que pueden ser una espina irritativa constante para la persona, más o menos vulnerable.
Además, como una patología relativamente nueva y emergente, se viene observando cada vez más la incidencia del llamado “síndrome de estar quemado” y el de “acoso institucional.” Se trata de variedades de lo que se entiende por trastorno ansioso-depresivo, con síntomas de cansancio, desánimo, insomnio, dolores inespecíficos, irritabilidad, angustia, tristeza, etc., causados, en el primer caso por el desamparo de un trabajador responsable, entre la presión de lo que tiene que ofrecer con su servicio y el desdén de sus instancias superiores para proveerlo de los medios y ánimos necesarios, en el caso del “síndrome de burn-out o estar quemado.” Por otro lado, el “acoso institucional” es, como indica su nombre, la persecución insidiosa a que algunas personas se ven sometidas por compañeros, por razones de envidias, revanchas, celos, o políticas de organigrama laboral inhumano.
Además, para finalizar, cabe decir que es muy frecuente el sentimiento de felicidad en las personas que desarrollen un quehacer noble y lleno de sentido. La nobleza de ese trabajo vendrá determinada siempre que su finalidad no sea solo un objetivo personal y material, y en que el que lo realice sea capaz de abrirse a los demás en un servicio profesionalizado y competente.
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