Otra vez fuertes "sobresaltos de tensión" en la red eléctrica
La causa está en que falta potencia firme y síncrona, y esta la otorgan la nuclear, los ciclos combinados y la hidráulica, que aportan inercia, control de tensión y estabilidad. ¿A quién le importa?
Ni carbón, ni nucleares. Ahora queremos depender de las renovables, que cubren el 50% de la demanda, el otro 50% se arregla cogiendo el cercanías gratis, el patinete y duchándote rápido con agua templada (los cochazos, los Falcon, las saunas y las piscinas climatizadas, para la élite del partido de los trabajadores).
Vale, pero ¿qué pasaría si una mañana te despertaras y nada funcionara? ¿Qué pasaría si no hubiera electricidad? ¿Qué pasaría si se paralizara todo el transporte?
Un pulso electromagnético, ya sea por culpa de esa fiebre de la energía solar, la fiebre por electrificar y digitalizar todo, una sobretensión, una erupción solar, una detonación nuclear o un ataque hostil, podría paralizar instantáneamente nuestra infraestructura electrónica.
Ponte en el supuesto de que hace solo media hora que dejaste atrás el Huerna y estás a punto de llegar a casa, cansado, pero con ganas de darte una ducha caliente y acomodarte en el sofá. Tu coche avanza zumbando por la A-66, con las luces delanteras cortando la noche.
Por fin ya estás en Oviedo cuando, de repente, todo cambia.
Las luces del tablero parpadean y se apagan. El motor da un rugido y se queda en silencio. El coche se detiene y te das cuenta de que todos los demás vehículos circulantes a tu alrededor también se han parado. No hay luces. Los semáforos están apagados. La ciudad, que nunca duerme, está sumida en un silencio inquietante, y percibes, como en un susurro, la charla distante y confusa de multitud de personas.
Esta es la calma que precede a la tormenta.
Te viene a la mente el reciente gran apagón, donde, "gracias" al dudoso proceder de nuestro Gobierno, pudimos esquivar el caos y superar las ventas de generadores "eléctricos" (es decir, pilas, velas y otros accesorios).
Intuyes lo que puede estar pasando: un pulso electromagnético acaba de impactar y todos los aparatos electrónicos que usamos, desde marcapasos hasta teléfonos o bombas de gasolina, dejan de funcionar. En una hora, la confusión será bloqueante, con decenas de miles de personas atrapadas en una ciudad que, de repente, se ha quedado en silencio. la pregunta es: ¿qué hacer ahora?
Sin móviles, sin GPS, sin tarjetas de crédito, sin coches, sin ascensores, sin gasolineras, sin semáforos, sin dinero en efectivo... En una región pequeña como Asturias, con un millón de habitantes, estaríamos en caos total en cuestión de horas; no digamos en Madrid o Barcelona.
La mayoría de las personas desconocemos nuestra dependencia de la red eléctrica. Cuando esa infraestructura desaparece, es posible que no pase mucho tiempo antes de que cunda el pánico. Después, se trata de personas desesperadas que toman decisiones desesperadas, y quedarse en la calle o la carretera no es una opción en un escenario real de supervivencia ante una caída de la red eléctrica. Necesitas llegar a casa o te conviertes en otra víctima del colapso urbano. En el apogeo, olvidaremos quiénes somos.
En situaciones tan extremas, no debemos olvidar que planificar una vida autosuficiente significa satisfacer nuestras tres necesidades básicas: agua, comida y refugio. Nos están avisando, y es tu turno.
Saludos cordiales.
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