Las abuelas no quieren ser canguros
Hoy escribo sobre los prejuicios que hay con las personas mayores.
El edadismo campa a sus anchas en la sociedad, en los hospitales, en los centros de salud, y también en los círculos más cercanos y familiares. Hace unos días vi en la televisión cómo un grupo de mujeres mayores, abuelas, se niegan a ser las canguros de sus nietos diciendo "no" a la obligación de cuidar a sus nietos, para disfrutar de su propia vida y bienestar, un fenómeno que se conoce popularmente como el deseo de "ser abuelos, no canguros". Todas ellas reconocían que en momentos puntuales sí les cuidarían, pero no como una obligación diaria. Ellas no quieren ser responsables de la crianza a tiempo completo, priorizando su tiempo libre, desarrollo personal y descanso.
A mi modo de ver, esa es una forma como otra cualquiera de fomentar el edadismo. "Edadismo se refiere a los estereotipos, prejuicios y discriminación basados en la edad, que pueden afectar a personas de cualquier edad, aunque es más común hacia las personas mayores. Se manifiesta en pensamientos, sentimientos y acciones, llevando a la exclusión, el maltrato o la negación de oportunidades por la simple edad".
Vamos a ver, como somos mayores nos volvemos invisibles para la sociedad y pasamos de tener una vida plena a ser cuidadoras a tiempo completo de los nietos, porque los hijos trabajan y no pueden hacerlo. Pero ¿en qué mundo vivimos? Se piensan que estamos en los tiempos de nuestras abuelas, cuya misión consistía en atender al marido, a los hijos, a trabajar en la casa y en el campo, a vestir de negro y con pañuelo en la cabeza; a ser tuteladas por el hombre de la casa y obedecer todas las órdenes que daba el marido.
A ser cuidadoras de padres, suegros, personas dependientes y también de otros familiares como cuñados y demás familia. Es curioso que el rol de cuidadora siempre le corresponde a la mujer, es muy raro que al hombre le asignen ese rol.
Pues no, afortunadamente las cosas han cambiado, aunque algunos se empeñen en llevarnos a los tiempos de las cavernas. Gracias a nuestras antecesoras, que lucharon por conseguir sus derechos como mujeres, lo que les costó, sangre sudor y lágrimas, hoy ya no queremos ser la propiedad de nadie, tenemos vida propia y nos hemos empoderado no para estar por encima del hombre, ni por debajo, sino para estar a la par; eso es igualdad en obligaciones y derechos. Por lo tanto, las tareas se reparten, no se ayuda, se colabora en todo: labores de la casa, cuidado de los hijos... Aunque a los hombres que no han sido educados para eso les cuesta mucho aceptar que ya no son el ombligo del mundo y que sus mujeres o parejas tienen vida propia aparte de ellos, ocio, aficiones... porque no somos su apéndice, somos personas independientes que necesitamos nuestro tiempo y nuestro espacio, al igual que ellos.
Por eso entiendo perfectamente a esas abuelas que quieren disfrutar en el otoño de sus vidas de lo que les hace felices y también disfrutar de sus nietos cuando ellas lo decidan, no por obligación, ellas ya han criado a sus hijos y ahora les toca vivir la vida como mejor les plazca.
Otra cosa que me repatea mucho es que tanto a los hombres como a las mujeres mayores nos digan abuelo o abuela. Vamos a ver, los y las que tienen nietos son abuelos o abuelas, pero los y las que no los tenemos ese "título" no va con nosotros. Una prueba más del edadismo, que campa a sus anchas.
Las personas mayores seguimos teniendo vida, acumulamos sabiduría y no nos ponemos límites a no ser que la salud lo impida... como a todos los demás. Siempre digo que la edad es un número, lo que cuenta es la actitud que tengamos en la vida, así ha quedado demostrado en el desfile de moda de Carmen Coca celebrado el 3 de octubre con motivo de La Noche Blanca en Corvera de Asturias. Una tarde inolvidable donde las risas fueron protagonistas y, como no podía ser de otra manera, la ropa de Carmen Coca brilló con luz propia y cobró vida en el cuerpo serrano de todas las modelos.
No hay tope de edad ni de tamaño para hacer de modelo, lo que cuenta es la actitud y las ganas de hacer lo que nos guste. A cierta edad no nos podemos permitir perder ningún tren, al menos ese es mi pensamiento, la vida ya se ha encargado de que muchos pasaran de largo mientras estabas ocupada en sobrevivir.
A mis 71 primaveras, sigo bregando con lo que la vida me dio; no tengo nietos, pero soy cuidadora principal de nuestro hijo adulto con DC. Siempre digo que no es lo mismo ser cuidadora a los 30 que a los 70 o más. Para los padres que tenemos hijos/as dependientes adultos todo se complica más, porque las necesidades van cambiando y las fuerzas también flaquean. No obstante, hay que seguir al pie del cañón hasta el último minuto de nuestras vidas; por lo tanto, pienso vivir a tope y subirme a todos los trenes que pasen, nunca se sabe cuándo va a ser el último.
No seamos condescendientes con las personas mayores, mientras nuestro nivel cognitivo esté presente no necesitamos la tutela de quienes actúan con una amabilidad forzada o fingida que nace de un sentimiento de superioridad. Todos van a transitar por donde los mayores lo estamos haciendo; ir tomando nota, porque la juventud no es eterna y la vida pasa en un suspiro.
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