La iglesia de Santa Eulalia de Luarca
Recientemente, he tenido ocasión de leer en una red social algunos comentarios sobre el estado y el funcionamiento de la iglesia de Santa Eulalia de Luarca, y, a título personal, quisiera dar mi punto de vista.
Está suficientemente claro que todo es mejorable en la vida, es decir, nuestras relaciones familiares con nuestros abuelos, padres, cónyuge, hijos y nietos, nuestras relaciones profesionales con nuestros jefes y compañeros, nuestras relaciones sociales y de amistad y también nuestras relaciones con el personal de organismos, entidades civiles y eclesiásticas, por citar las situaciones más habituales y a las que, de un modo u otro, nos sentimos vinculados.
Desafortunadamente, casi siempre consideramos que son los otros los que están obligados a llevar a cabo planes u acciones de mejora, pues nosotros ocupamos una posición de exigir y no de dar.
Asisto con frecuencia a la misa en la iglesia de Santa Eulalia de Luarca, y, si bien son deseables algunas mejoras, con la situación actual nada me impide estar centrado en lo que se "celebra". Lo que hay sobre el altar es infinitamente más importante y valioso que el edificio, que, dicho sea de paso, a mí me parece de gran belleza.
La mayoría somos propensos a administrar económicamente la casa de los demás tratando de aportar nuestros criterios de gastos, sin considerar, debida y objetivamente, los ingresos y la cobertura y prioridad de las necesidades. Esta práctica nos dificulta la visión de nuestra propia y personal administración.
De todos es conocida la escasez de vocaciones sacerdotales y, en consecuencia, de la merma de recursos para poder cubrir las necesidades pastorales, de forma tal que el Arzobispo y los sacerdotes han de hacer malabares y equilibrios para poder atender y satisfacer lo mejor posible a sus feligreses. En todo caso, no es responsabilidad de los párrocos la distribución de los sacerdotes en nuestra archidiócesis, es decir, los coadjutores no se van a otros destinos por caprichos de los párrocos, sino porque el Arzobispo, con su visión global, mejor lo considera, y todo y a pesar de los intentos de los propios párrocos para tratar de retener esas ayudas temporales.
Insisto, todo es mejorable, pero cada cual debe empezar por sí mismo, pues ya Jesucristo, hace 21 siglos, propuso sacar primero la viga de nuestro ojo antes de tratar de sacar la paja del ojo ajeno.
Atentamente.
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