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El cheque de Chaves, apuntes teológicos

28 de Febrero del 2011 - Ramón Alonso nieda (Arriondas)

Pero de teología natural. La oposición lleva meses queriendo morder en la reputación del Vicepresidente a propósito de la subvención de 10 millones de euros, diez, concedida por la Junta de Andalucía a la empresa Matsa¸ operación en la que actuó como apoderada la joven y prometedora Paula Chaves, que se apellida precisamente como su padre. Baldío empeño el de la oposición, que con Chaves muerde en hueso. Porque si de algo huye como de la peste el otrora presidente andaluz es de cualquier acto o decisión que de lejos o de cerca pudiere rozar la ilegalidad. Así que por ahí no le van a pillar. Antes cambia Chaves la ley que infrinja, tuerza o soslaye la más mínima norma legal.

Y eso fue lo que pasó con el cheque de los diez millones. El Ministerio de Industria tiene unos fondos para empresas en apuros; Matsa alegó que los suyos eran gordos; para Industria en cambio podían ser todo lo gordos que quisieran, pero no entraban en las disposiciones legales del ministerio. Entonces la Junta de Chaves no tuvo más remedio que cambiar las disposiciones legales andaluzas y el controvertido cheque de los diez millones pudo entrar por fin en el bolso de la apoderada Chaves sin rozar la legalidad, como el rayo de sol atraviesa el cristal, sin romperlo ni mancharlo. Con la diferencia, si hay que decirlo todo, de que el cheque se quedó en el bolso de Paula en vez de atravesarlo (las analogías llegan hasta donde llegan y pierden ejemplaridad si se las lleva más allá). Y con la misma legalidad que entraron diez millones podían haber entrado cien, pues los valores son ingrávidos. Si no entraron 100 millones en vez de 10 fue porque al presidente Chaves no le dio la legal gana.

La oposición puede discrepar de la práctica chavista pero ha de reconocer que la discrepancia trasciende aquí el plano político para entrar de lleno en el teológico. Santo Tomás diría que lo que hizo Chaves no lo puede hacer ni Dios, pues Dios no puede cambiar a su antojo los principios de la ley natural; Dios, ahí donde lo tienes, por mucho Dios que sea no puede decir estos son mis principios y si no te gustan te los cambio; el orden moral no es como el AVE que nos acaba de poner Pepiño entre Asturias y Madrid, que sale de León culo atrás. Con estas ideas tan poco piadosas a Santo Tomás lo consideraron demasiado racionalista y el obispo de París lo condenó. Ockham, en cambio, defendía que las cosas no son buenas o malas para siempre y porque sí, sino por voluntad divina; que Dios puede hacer de su capa un sayo a su divino antojo, faltaría más (a ver quién es el guapo que le pone límites a la divina omnipotencia); con lo que lo que antes era bueno y hasta optimo, puede devenir de la noche a la maña en pésimo. Y viceversa, como el tren de Pepiño o la legalidad andaluza. Este es ni más ni menos el fundamento teológico del relativismo moral, tan progresista.

Diríase que los de la derecha son más bien tomistas y los del PSOE radicalmente ockhamistas. Con lo que, por lo menos a primera vista, da la impresión de que la izquierda está más por los derechos de Dios que la derecha (a lo mejor por eso Bardales les prestaba la multicopista).

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