Todo se cae en pedazos
Cuando presentas una queja, una crítica o una denuncia en la Oficina de Atención al Paciente, la respuesta es siempre la misma: "No podemos resolver su caso". Te entregan formularios para rellenar y te invitan, en la práctica, a que te las arregles por tu cuenta. Esa oficina funciona como un autoservicio del desamparo ciudadano. Y uno se pregunta: ¿para qué está, entonces?
Hubo un tiempo -cuando esta democracia daba sus primeros pasos- en que se eliminaron ventanillas y se crearon auténticas oficinas de atención, con personas implicadas, con sindicatos combativos, con abogados que defendían al ciudadano de verdad. Había asesoramiento gratuito, voluntad de resolver problemas y sentido de servicio público.
Hoy, en cambio, todo eso se ha convertido en un decorado vacío. Los sindicatos son sucursales del poder establecido; los organismos públicos, simples oficinas de trámite; los funcionarios, atrapados en un sistema que premia la inercia y castiga la vocación. Se ha invertido el sentido: ya no están para servir, sino para servirse.
Y, mientras tanto, todo se desmorona. La democracia se pudre por dentro. La sanidad se colapsa. La igualdad ante la ley es una quimera. La defensa de la vida, la solidaridad auténtica, el empleo estable, la vivienda digna, el cuidado de nuestros mayores... todo eso ha dejado de importar. Los que entran en política, en los sindicatos o en las oficinas de ayuda lo hacen por interés, por mantener su pequeño poder, no por mejorar la vida de nadie. Son los nuevos burócratas del vacío.
Y, como guinda, nos distraen. Llaman a estudiantes, periodistas y trabajadores a manifestarse por guerras que ya han terminado, por causas firmadas en la paz, pero que siguen explotando como relato de confrontación. Porque no les interesa la paz, sino la tensión. No les importan los niños, las mujeres, los ancianos, ni las personas trans, ni los trabajadores: los utilizan como piezas en su tablero de propaganda.
O despertamos, o estos imberbes de 50 años, que nunca han trabajado fuera del círculo del poder, seguirán deformando la realidad, pervirtiendo las leyes y dividiendo la sociedad. Han encontrado su mina en el conflicto, en el enfrentamiento, en la manipulación constante.
Y, mientras ellos se perpetúan, todo lo demás -la dignidad, el esfuerzo, la esperanza- se cae a pedazos.
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