Caminando por la historia en Lieres
La historiadora y profesora Amaya Caunedo y el historiador de arte Ramón Alonso realizaron una visita guiada, una ruta histórica, que daba comienza en la plaza-parque junto al Casino de Lieres, actualmente centro polivalente, en su inicio primer cine para los obreros de la Solvay.
¿Qué pasó en esta zona, qué papel jugaron las empresas azucareras (tras la independencia de Cuba), cuáles fueron los motivos de creación de quesería, qué influencia decisiva tuvo el carbón del valle, cuyas vetas continúan y son las mismas en Pumarabule-Carbayín y siguen hasta el concejo de Langreo..? Y sobre todo fueron contando, en los poblados mineros y en la propia mina, qué pasó con el patrimonio industrial de gran valor creado, y ¿destrozado? en épocas recientes.
Un nutrido número de personas acudieron a la invitación, algunas vecinas del lugar y del concejo, otras llegadas de otras localidades, y todas, con asombro de la riqueza histórica y patrimonial que se esconde tras estos valles y montañas, ahora en hermosa seronda.
Existía una mina "de monte" llamada la Fraternidad, que es adquirida por el empresario Solvay de Bélgica, iniciándose una etapa inspirada en el "socialismo utópico" que marcaría diferencias de explotación en Lieres-Solvay con el resto de la minería asturiana.
Son bien visibles y siguen siendo lugar de habitación los antiguos "cuarteles" o poblados mineros, construidos por los patronos belgas como un proyecto de control obrero, de tipo bonachón, en el sentido de tratar de aportar un mínimo de condiciones dignas a los trabajadores y sus familias, sin perder el control, y con cierta homogeneidad en cuanto a integrar trabajo, vivienda, hospital y educación, es un espacio cercano y controlable.
Visitamos Campiello, justamente frente al pozo Solvay, que data de 1909, y nos cuentan Amaya y Ramón, aspectos de su construcción en ladrillo duradero, con sus pequeños huertos enfrente, y con algunos detalles procedentes de la experiencia belga, exóticas para Asturias.
Con posterioridad se irían construyendo otros "poblados", y tras la guerra española, los empresarios belgas estarán obligados a asumir las condiciones de la dictadura, que no son las que habían previsto en su ideario, y condicionar aspectos del nacional-catolicismo obligatorio.
Amaya y Ramón nos van pasando fotocopias de fotografías de las distintas etapas, incluyendo la figura de Ernest Solvay, quien fue inventor de varios procesos para la generación de sosa cáustica, y como filántropo promocionaba foros científicos junto con ilustres como Albert Einstein o Marie Curie.
Desde su llegada a Lieres, en 1903, hasta su culminación (y cierre de explotación) en 1973, con un sistema de paternalismo carbonero diferente a otros en las otras cuencas mineras, o en Arnao-Castrillón.
La empresa Solvay permanece en numerosos países, con 30mil trabajadores, y su fábrica en Torrelavega-Santander, también, que era el destino de los carbones arrancados en Lieres.
En la crisis del carbón de los 70 (a la par que el gobierno franquista se hacía cargo de la mayoría de las minas privadas, socializando sus pérdidas empresariales y creando Hunosa) Solvay vende el 51% de sus acciones a una empresa avilesina, y mantiene el otro 49% hasta 1987. Ese año la mina accede a un plan de inversiones de 1.100 millones de pesetas, dirigidas a reprofundizar pozos y preparar nuevas plantas. La plantilla era entonces de 462 trabajadores, con una producción de 160.000 toneladas.
En 1994 sería ya absorbida por Hunosa, en el marco de la reconversión y cierre de minas, para cerrarse definitivamente el 2001.
Y desde entonces, nos cuentan Amaya y Ramón, hay un desastre patrimonial, todavía de polémicas e incalculables consecuencias.
Aunque hay una resolución que protege la bocamina, los castilletes, las casas de máquinas, el ventilador, la chimenea, el polvorín, la central eléctrica, diversa maquinaria, utillaje y herramientas y todo el complejo mayor compuesto por equipamientos y viviendas (87.220 metros cuadrados con 40 edificaciones), no se produce cumplimiento cabal de la resolución, y hay una pérdida considerable de patrimonio, y un desbarate de buena parte de él, por una intervención "inadecuada" en sus instalaciones (Hunosa, Gobierno asturiano, Ayto de Siero), que perdura hasta el presente.
Xentiquina es el nombre actual del colegio de la zona, y es un nombre tomado de una experiencia musical liderada con Nacho Fonseca. Pero en realidad es la "Escuela de Lieres-Solvay" que tiene también otras instalaciones históricas ligadas al citado "paternalismo" patronal de los Solvay.
En Xentiquina profesoras y madres de la AMPA han estado recuperando también elementos de esa historia, y compartiéndolas pedagógicamente con las niñas y niños, con la colaboración de un colectivo PolArte, que nombra a los menores "guardianes del patrimonio", visitan la antigua azucarera, colocan grandes fotografías históricas, ensalzan la figura de Marie Curie, y relacionan la ciencia, la mina, el tren minero, y la escuela.
El que fuera cine emblemático y centro de ocio o Casino de Lieres, que había estado 8 años cerrado, fue reabierto el año pasado a petición de una asociación de mujeres de la localidad. Allí se proyectan algunas de las películas del MUSOC, y ahora se puede ver la animación cotidiana, en gastronomía, en acciones culturales, y en convivencia vecinal: lo que sigue en condiciones precarias es el propio parque enfrente, donde comenzó y donde concluye y se despide la ruta circular histórica: una "arreglada" que esperan que el Ayto active, para que las niñas y niños no sufran allí caídas por sus "irregularidades".
Las dos instalaciones recuperadas, con intención al parecer de favorecer iniciativas empresariales, la antigua casa de máquinas del pozo, y la central eléctrica, tras una sustanciosa inversión, siguen vacías, sin gestión, acompañando en soledad al resto de patrimonio deteriorado (como los dos castilletes o la chimenea), o escondido entre la maleza (como el túnel tapiado del polvorín).
Y zonas de aparcamiento (¿) por doquier, que tapan, que sustituyen, que ocultan lo que fueron otras instalaciones de la explotación Solvay, y que únicamente están complementadas con dos edificios cuadrados, enormes y absurdos, gestionados por Hunosa, en 70Mil metros cuadrados, con un balance deplorable de inactividad, en lo que iba ser y se prometió como "apuesta por el empleo y el apoyo a las empresas, con la rehabilitación y recuperación de un espacio degradado para acoger empresas y ser palanca para el impulso de la actividad económica en la parroquia".
Como dijeron irónicamente algunos visitantes: tal vez más apto para celebrar allí grandes e hipotéticos Conciertos musicales.
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