Terror
Infundir terror siempre fue la forma de poder de las tiranías. Siempre hubo dos estructuras de terror que confluyen en una tercera: una es el terror al castigo del tirano por parte de las masas dominadas; otra el terror que se establece para que las masas canalicen el odio de su opresión hacia algún colectivo ofrecido como victima sacrificial para satisfacción de las masas; ambas confluyen en una tercera: el terror que se ejerce por parte de grupos como devoción divina exigida contra: infieles o herejes a dicha devoción. Estos grupos son fanáticos que surgen de entre las masas desfavorecidas convencidos de tener ese deber; siendo liderados por los más capaces en diseñar e infundir su terror: tanto hacia los suyos (dominación) como contra otros (satisfacción). Prácticamente la motivación es una falsificación creada por la envidia: odian la capacidad de los otros (próximos) para vivir mejor que ellos. Pues: odiando su propia bajeza y pobreza; quieren dignificarse falsificando su poder con la satisfacción de matarles para infundir terror a los demás. Quieren demostrarse a sí mismos y demostrar al mundo con su terror, que ellos tienen el poder para aterrorizarles provocándoles víctimas.
Sobre el porqué del terror de los nazis, Hannah Arendt nos dejó dicho: «Una diferencia fundamental entre las dictaduras modernas y todas las tiranías del pasado es que en las primeras el terror ya no es empleado como medio de exterminar y atemorizar a los oponentes, sino como instrumento para dominar masas de personas que son perfectamente obedientes. El terror como hoy lo conocemos, ataca sin provocación previa y sus victimas son inocentes incluso desde el punto de vista del perseguidor (...) Nos referimos simplemente a la arbitrariedad con que son elegidas las víctimas, y para esto resulta decisivo que sean objetivamente inocentes, que sean elegidas sin tener en cuenta lo que puedan o no puedan haber hecho (...) Si una potente falsificación es creída por tantos (...) la tarea del historiador ya no consiste en descubrir la falsificación. Pues ciertamente, no consiste en argumentar explicaciones que soslayen el principal hecho político e histórico de la cuestión: que la falsificación está siendo creída». Es precisamente que la falsificación está siendo creída, lo que permite que se trastoque a la victima cabreada como victimaria, y que el terror victimario y cruel que se escuda tras su pueblo, pase a ser visto como salvador de un pueblo que él mismo victimiza. Hay pueblos que nunca han tenido territorio: ahora unos lo quieren para seguir unidos a través de un libro sagrado, y otros para unirse en el odio al otro al que quieren exterminar. Ha habido manifestaciones de alegría (aquí mismo en España) cuando el odiado ha sido victimado por el terror.
P. S.: No he visto ninguna manifestación a favor de las victimas de las genocidas Fuerzas de Apoyo Rápido del Sudán; o contra el genocidio del pueblo uigur en Xinjiang. Eso, a quienes se manifiestan por odio a Israel, no les interesa.
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