In memoriam del profesor Ramón Maciá
Me ha sorprendido -la muerte siempre nos sorprende- el fallecimiento del profesor
Maciá. Es cierto que por edad ya estamos en una etapa en la que vivimos mucho más de
recuerdos que de proyectos de futuro y en la que la pendiente cada vez es más pronunciada.
Son muchos los recuerdos y las vivencias recientes pero ya pasadas que tengo con el
profesor Maciá. Siendo alumno suyo allá por el año 1969 me invitó -sin conocimiento personal
alguno, tal vez por mis estudios de filosofía en el Seminario- a colaborar con él en la
ordenación y catalogación de la biblioteca de Filosofía del Derecho, y desde entonces se inició
una relación profesional y personal de verdadera amistad.
Con él hice mi tesis de licenciatura sobre "la Teoría Egológica de Carlos Cossio" y con él
hice mi tesis doctoral sobre el pensamiento escolástico que a él tanto le gustaba.
Siendo yo un joven e inexperto profesor ayudante tuve que sustituirle en su docencia
para que él pudiese disfrutar de una "comisión de servicios" en la Universidad de Santiago de
Compostela y pudiese estar con su mujer, Carmen Bobes, que había obtenido allí la catedra de
Lengua. Él solía decir que legalmente estaba separado, y algunos interpretaban como que
estaba divorciado, pero nada más lejos de la realidad. El era un catalán serio, trabajador, con
unos valores católicos y sociales muy arraigados, y sobre todo profundamente enamorado de
su mujer, Carmen Bobes, y de sus hijos, Ramón y Carmina.
En 1978 hice mi oposición a profesor adjunto en Madrid en el Instituto de Estudios
Jurídicos, en la calle Medinaceli; recuerdo que los ejercicios eran muy duros y ante un tribunal
presidido por Legaz Lacambra y formado por Elías de Tejada, Delgado Pinto, Nicolás Calera,
Andrés Ollero, el profesor Serrano, al que conocían como el "sordo" -efectivamente lo estaba- y
el profesor Maciá. Representantes de escuelas e ideologías distintas, y con momentos de
grandes tensiones que impresionaban a un opositor provinciano y sin apoyos de escuela.
A continuación llegan mis oposiciones a cátedra en la Universidad de Santiago de
Compostela, con un tribunal de cinco catedráticos, todos ellos más cercanos para mí, pues con
todos había tenido experiencias jurídico-filosóficas y con algunos hasta una cierta amistad, y
entre ellos también estaba el profesor Maciá, por eso la oposición me resultó mucho más
agradable que la primera.
No es que yo quiera hablar de mi carrera docente, sino poner de manifiesto que en
todo este largo currículum siempre ha estado presente la figura del profesor Maciá, por el que
siempre he sentido un sincero afecto y creo que siempre me ha sido correspondido.
Ramón, descansa en paz.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

