Pedro Sánchez y la carrera espacial
Con toda la atención puesta en la salud de Tejero, en el cambio de hora, en el nuevo farol del prófugo más famoso desde los tiempos de José María "El Tempranillo" y en la entrada del presidente al "war room", para que le disimulen las ojeras, le limpien los poros y esté presentable cuando le toque ir al Senado, ha pasado casi desapercibida la noticia del lanzamiento del muy castizo satélite SpainSat NG II. Y tendríamos que estar celebrándolo a lo grande porque rara vez se ha puesto aquí algo en órbita que no sea el IPC o el impuesto al contribuyente. Qué duda cabe que habrá quien le niegue el pan y la sal de la gloria a semejante hazaña, quien diga que lo lanzaron por cuenta ajena, que hubo problemas con el cableado, que hay asuntos más importantes que dejar la chatarra por ahí flotando, con el riesgo que eso supone para nuestras cabezas, y que en la carrera espacial siempre llegamos desfondados. Poquita fe en un pueblo que antaño dominó la mar océana, que desde tiempos remotos ha puesto su mira en los cielos por ver cuándo llegaría el pedrisco, diestro en la industria del cohete verbenero y cuyos infantes querían ser astronautas, hasta que llegó el reguetón. Muchos tenemos la esperanza de que Sánchez salga de esa sala donde lo van a enclaustrar no como la mona Jacinta, sino con el firme propósito de conquistar el espacio, experiencia le sobra en llevar a cabo marcianadas, y se vaya con la música a otra parte dando el impulso definitivo al progreso de este país.
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