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No a la planta de asfalto en Priorio

30 de Octubre del 2025 - José Antonio Álvarez García (Puerto (Oviedo))

Es difícil comprender la permisividad con que se intenta instalar una planta de asfalto en Priorio. Es uno de esos casos en los que parece que el dinero lo puede todo, y no soy de los que atacan por principio al capital y la empresa, sino que entiendo que hay que consentir que la actividad empresarial se desarrolle en beneficio de la sociedad en general, de sus propietarios y de los trabajadores que la hacen funcionar, aunque ello conlleve ciertas incomodidades.

Pero no es admisible que se permita realizar actividades industriales molestas, insalubres y peligrosas, como ocurre en este caso, en un lugar rodeado de población que ha manifestado su rechazo frontal a la instalación y que se siente completamente desamparada por las autoridades competentes en la materia en sus reclamaciones para que se respeten sus derechos a vivir en un entorno saludable, al menos como ha venido siendo hasta la fecha.

Es incomprensible, al menos para mí, que la Administración no vea inconveniente para permitir la citada instalación dentro de lo que ella misma ha declarado una zona de protección especial del municipio de Oviedo, zona especial de conservación del río Nalón (ZEC), y dentro de la Reserva Natural Parcial Cueva de las Caldas.

Proteger significa defender, favorecer, amparar, es decir, procurar que no se perjudique lo protegido. Y ¿en qué consiste en este caso la protección "especial" de este territorio?, pues más bien parece que solo consiste en impedir que cualquier paisano de la zona construya una casita en su finca si no dispone de un montón de metros cuadrados, o adecente una pared de cierre de su finca con una paletada de cemento para que no se le caigan las piedras. Pero se le puede asfixiar con gases y humos tóxicos sin problema, vive en zona altamente protegida.

Todas esas declaraciones se vuelven papel mojado si alguien presenta un plan del que se puede sacar dinero, por supuesto la multinacional propietaria y, en consecuencia, la Administración pública, que prefiere embolsarse ese dinero a velar por la salud y bienestar de los administrados que saldrán perjudicados. Curiosa forma de entender la protección.

La industria que se pretende instalar es de las que se pueden denominar industrias sucias, ya que manejan y expulsan materiales altamente contaminantes. El asfalto contiene, además de los áridos sólidos como la gravilla o arena, los productos más pesados y tóxicos sobrantes del refinado del petróleo y que no se pueden aprovechar de otra forma, son como las mondas de naranja o de patata en la alimentación, restos casi inservibles, pero con componentes contaminantes, que para mezclarlos con los áridos deben ser calentados con el fin de que baje su viscosidad y se adhieran a la parte sólida, y es ahí, al calentarse, cuando sueltan esos componentes tóxicos en forma de gases que se van a la atmósfera, y que notamos cuando pasamos al lado de una carretera o calle que están asfaltando y casi no nos dejan respirar.

Sería lógico exigir que, además de poner todos los medios para evitar esa contaminación del aire, o al menos minimizarla en lo posible con filtros y demás sistemas adecuados para ese fin, ese tipo de actividades se desarrollasen en zonas industriales alejadas de la población, donde los perjuicios serían mucho menores, y para eso están las autoridades de gestión del territorio, pero claro, a la multinacional le viene muy bien ponerla donde dispone de la materia prima (cantera), y en el centro de la actividad económica de Asturias, aunque ello suponga dejarnos a todos tosiendo. La autorización de esa instalación sería una respuesta totalmente contraria a la recomendación recibida de parte de la Unión Europea para mejorar la calidad del aire, de la que en Asturias tenemos gran déficit.

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